El hotel dispone de un total de 190 habitaciones de las que la mayoría (unas 160) son dobles. De éstas, la mitad incorporan un sofá-cama pudiendo albergar así hasta tres personas. El resto de habitaciones se reparten en: 13 individuales, 15 triples (con tres camas montadas) y dos cuádruples. Además de todas ellas, hay un apartado de habitaciones que el personal del hotel conoce como «la villa», situado junto a la piscina exterior, que se utilizan cuando el hotel está lleno y sólo tratándose de grupos de jóvenes. Conviene tener en cuenta que hay habitaciones más nuevas que otras (ver «a saber»). Las más modernas lucen un suelo claro y muebles oscuros, mientras que las antiguas lo hacen con los tonos opuestos. Las vistas posibles desde los balcones son la piscina y las calles aledañas. En ambos casos se es partícipe del ambiente de alrededor, tanto porque las calles son estrechas como porque no para de pasar gente y coches. Las habitaciones dobles con sofá-cama son bastante amplias, luminosas y cómodas. Los baños, que incorporan espejo de aumento y secador, están algo antiguos, pero son funcionales. Sus amenities se reducen a un par de sobres de gel. También antiguas se quedan las persianas del balcón, que son de madera y muestran un uso continuado. En cuanto a la habitación, decorada en tonos granates y pasteles, luce un mobiliario de madera sencilla. Llama la atención la televisión, muy pequeña, analógica y cuyo mando a distancia hay que solicitar en Recepción y abonar 10 euros de fianza. La decoración de las habitaciones, al igual que otras zonas del hotel, muestran unas originales composiciones realizadas a partir de piezas de fontanería, como tuercas y tubos, diseñadas por el padre del propietario, el Sr. Juan.