Las 218 habitaciones del hotel tienen tres categorías. En el interior, la decoración parecía un poco pasada de moda (las cortinas de flores, definitivamente, no están de moda), pero el conjunto es acogedor y amplio. Un pequeño balcón permite disfrutar de la vista exterior al mar en las habitaciones superiores, pero no en las estándar. Los equipamientos son esenciales: de la televisión a la climatización, pasando por un frigorífico vacío. En cuanto al cuarto de baño, no es muy grande pero al menos tiene bañera.

El Dom Pedro Baia no llama la atención por su encanto, por culpa de su arquitectura poco atractiva. Desde el exterior, solo se ve una gran torre poco acogedora. El vestíbulo tampoco es agradable. Cuenta con mobiliario, pero falta luz, a pesar de que tiene unos grandes ventanales con vistas al mar. La recepción está encajada en la pared, enfrente del salón. En el exterior, el solárium rodea a la piscina del hotel. La piscina rectangular debería renovarse, y está claro que las tumbonas de plástico no mejoran el decorado. Sin embargo, el personal está ahí y es amable con la clientela. Poco nos importa la temperatura exterior, la piscina de agua de mar está caliente todo el año. Los niños pueden jugar con total seguridad en una piscina instalada justo al lado.

El establecimiento solo posee un restaurante, el Baia de Zarco, así que está abierto para las tres comidas del día, de 07:30 a 10:00 h, de 12:30 a 14:30 h y de 19:00 a 21:00 h. Tiene una capacidad para 180 personas y las mesas no están muy juntas, pero aún así es un poco difícil tener intimidad. Los tonos crema no son ideales, pero el mobiliario de madera clara le da un toque agradable. Se sirve una cocina fundamentalmente internacional, presentada en forma de bufé. Cada noche se propone una temática diferente.

Está instalado frente al mar, pero no junto a la playa. Sin embargo, esta no está muy lejos. En Machico, hay una playa natural recubierta de rocas volcánicas y también una playa artificial recubierta de arena dorada.