El edificio del hotel es una de las joyas arquitectónicas de Gran Vía en particular y Madrid en general, cuyo estilo recuerda a otros emblemáticos de la ciudad como el Casino o los hoteles Ritz y Palace. Se trata de un monumental edificio diseñado en 1921 por el arquitecto Joaquín Saldaña y López, de estilo ecléctico o de los Luises, por recordar al arte francés de los siglos XVII y XVII. Llama la atención por su altura, su pulcra fachada blanca así como por la cantidad de elementos (columnas, templetes, pilastras, jarrones) que luce en total armonía. Durante algunos años estuvo ornamentado con el escudo de su primer propietario, el Marqués de Falces. El encanto del exterior se traslada a varias zonas del interior del hotel, en especial las terrazas y el estilo propio de las habitaciones. En el hotel se encuentran varias zonas de terraza donde, además de disfrutar de unas estupendas vistas de la ciudad, se puede tomar algo. Una de ellas está ambientada con una escultura de aire griego, plantas y unas coquetas mesas de jardín, lo cual aporta un ambiente edénico en plena ciudad. Otro rincón a tener en cuenta en cuanto a las vistas es el torreón, con cúpula afrancesada, que corona el edificio, desde el cual se puede contemplar una panorámica total de Madrid: desde el Cerro de los Ángeles hasta las cuatro torres, pasando por la Casa de Campo. Este espacio, protegido por Patrimonio (como muchas zonas del hotel) está a disposición de los clientes para contemplar las vistas, aunque no es posible instalar en él mobiliario por motivos de conservación. El edificio consta de nueve plantas: la primera la ocupa la cafetería; las habitaciones se hallan de la segunda a la octava, y la novena es de uso común, con las terrazas y varios salones de estilo clásico para el relax de los clientes. En estos salones abundan elementos decorativos clásicos como tapices, cuadros y sofás de corte tradicional y elegante.