Las habitaciones son espaciosas (32 m²), luminosas y funcionales. Están decoradas con flores y plantas verdes. Tienen el suelo recubierto de moqueta verde y disponen de una gran pantalla plana de televisión con canales internacionales, dos camas queen size o una cama king size, una mesa redonda de madera, dos sillones, un mueble para dejar las maletas, aire acondicionado individual, una mesa de madera, una cubitera lacada, una caja fuerte con código digital gratuita lo suficientemente ancha para guardar un ordenador portátil, minibar, un kit para preparar café y té, dos botellas de agua gratuitas y conexión wifi también gratuita. Echamos de menos un balcón, aunque las ventanas ofrecen unas vistas preciosas del fuerte de Mandalay, situado justo enfrente. Las paredes blancas se iluminan con dos cuadros. Hay cinco tipos de suites, algunas simplemente con una terraza. El cuarto de baño, decorado sencillamente con un cuadro, dispone de una bañera provista de una ducha fija con cortina, wc, teléfono, productos de tocador, un peine, un kit para cepillarse los dientes, albornoces, zapatillas y un secador de pelo. Encontrarás también una bonita caja lacada con pañuelos dentro. El servicio de habitaciones funciona las 24 horas.

El Sedona Hotel Mandalay se construyó en 1997 en un estilo que imitaba a un templo o una pagoda. Alberga 247 habitaciones en un edificio de cinco plantas conectadas por dos ascensores, perfumados con un agradable olor. Este establecimiento fundamentalmente orientado a los negocios forma parte del grupo hotelero singapurense Sedona Hotels and Resorts. Uno de los puntos fuertes de este hotel es su gran piscina, separada en dos por una pasarela de madera y con siete cascadas. Tiene 1,50 m de profundidad y está abierta de 10 a 21 h, como el bar de la piscina. Está rodeada por un jardín en el que han instalado unas tumbonas con colchonetas azules, duchas y una mesa de ping-pong. Las toallas se recogen en el gimnasio y lo que sí que no hay son sombrillas. El lugar es muy tranquilo. En caso de lluvia, el bar del vestíbulo, de fumadores, está abierto desde las diez de la mañana hasta las doce de la noche. Cambiamos entonces el ping-pong por el billar. También hay una televisión grande de pantalla plana, una sala de baile y una pastelería, Deli Shop, abierta de 10 a 22 h.

Un chef alemán prepara una gran variedad de platos. Los clientes pueden escoger entre un restaurante a la carta, el Shwe Li, que sirve una cocina internacional, el bufé italiano Uno y el Café Mandalay, situado al lado del vestíbulo, donde se sirve el desayuno de 5 a 10 h. La sala tiene una capacidad para 80 comensales y sirve platos a la carta ininterrumpidamente de 11 a 22:30 h. ¡El sábado por la noche toca pizza y pasta! También hay una pequeña terraza. Cocina indonesia, birmana e internacional. Aquí hay para todos los gustos. En el vestíbulo han colocado la bodega. Los más golosos tienen que probar algún dulce del Deli Shop, abierto de 10 a 22 h.

Todo el hotel dispone de conexión a Internet inalámbrica gratuita, incluidas las habitaciones. Además hay dos ordenadores en el vestíbulo a disposición gratuita de los clientes. Tiene un gimnasio de gran tamaño, abierto de 5:30 a 21:00 h. Los equipamientos son de buena calidad, pero las televisiones no son de última generación. Además, el olor es un tanto desagradable... El aparcamiento del hotel es gratuito. Los extranjeros no pueden alquilar coches, pero no está de más saberlo para los que hayan contratado los servicios de un chófer. No hay habitaciones para las personas de movilidad reducida. Todas las noches organizan un espectáculo de marionetas. Y todas las mañanas, de 6 a 8 h, una clase de yoga. Cuentan con dos salas de reunión con capacidad para 500 y 20 personas. Tienen una cancha de tenis a disposición de los clientes.