Le Palais Rhoul, una auténtica institución en Marrakech, ha asistido a un éxito fulgurante desde su inauguración en 1994. Debemos reconocer que este establecimiento desprende una magia especial, lograda, antes que nada, por una asombrosa arquitectura, poco común en Marruecos. El hotel, una reproducción de los palacios de los cónsules romanos, ocupa un edificio completamente circular de altísimos techos, sustentado por 180 columnas de piedra, que se asoma al exterior por enormes y numerosos ventanales. En situación central, se encuentra el salón principal, decorado con pinturas de grandes maestros, magníficas antigüedades, arañas modernistas y un estanque oriental recubierto de pétalos de rosa. A continuación, se llega a una piscina perfectamente redonda y a una gran rotonda cubierta por una cúpula. En sus jardines de 4 ha, que parecen llamar al descanso y a la meditación con sus frondosos naranjos, hibiscos y jacarandas, se esconde el hammam, un legado de la tradición oriental más pura. Al igual que el restaurante, sólo recibe clientes ajenos al hotel previa reserva.