No es fácil encontrar el Essex House, inaugurado en 1938, si no se sabe lo que se busca. De todas formas, su historia lo convierte en uno de los lugares emblemáticos del sur de Florida. Su cliente más famoso, Al Capone, lo lanzó a la fama en los años 30. El hotel dispone de una magnífica fachada art decó, instalada en la esquina de Collins Avenue con la calle 10. El porche situado delante del edificio resulta perfecto para sentarse a la sombra mientras bebes una limonada casera y observas la vida de Miami. La piscina se encuentra a la derecha, al extremo del porche: aunque es estrecha, es práctica si no quieres andar los 5 minutos que te separan de la playa.
En el interior, el vestíbulo es anodino a primera vista, ya que los ojos se posan en una mezcla de tonos grises y marrones. Tardarás unos minutos en descubrir por qué se trata del vestíbulo más célebre de la ciudad. Data de los años 30 y, exceptuando el mobiliario, la estructura se ha conservado exactamente tal como era en esa época, desde el típico suelo de terrazo hasta la enorme chimenea, pasando por la pintura mural de Earl le Pan y la recepción. A la derecha de esta última se sitúa el salón del hotel. Desafortunadamente, lo único que queda del casino original al que acudía Al Capone son las flechas dibujadas en el suelo. De las paredes cuelgan fotografías del hotel en la edad dorada de los gánsters, confirmando la reputación del Essex House.
No hay spa ni gimnasio, pero los clientes las instalaciones del Clevelander o el hotel Victor. El salón se parece más bien a un bar y no sirve comida. Dispone de licores de primera clase, cerveza local y de importación, así como vinos blancos y tintos. El salón está decorado de forma sencilla y su atmósfera es muy distendida. A pesar de ello, parece que a los clientes les gusta tomar una copa a media tarde o al inicio de la noche.