140 habitaciones, 13 de ellas suites y una decorada por Lenny Kravitz. Esto es lo único que falla. Es cierto que uno no viene a Miami Beach a descansar sino de fiesta, pero la primera categoría llamada «crashpad» (habitación de paso) mide 14 m2. Los precios de las habitaciones demuestran que el metro cuadrado es muy caro. La cama es grande, y ocupa un 95% del dormitorio. Trae un tanga y una camiseta, no hay armario. Solo hay una barra para colgar los vestidos. El portero se encargará de guardar tu maleta durante tu estancia. Las paredes y el cabecero de la cama están recubiertos por una tela que imita el tejido toile de Jouy, pero en blanco y negro. El cuarto de baño es minúsculo. Han comprimido en menos de 2 m2 la ducha, el wc y el lavabo. Con todo, ha quedado bien; si no eres claustrofóbico, claro...
El siguiente tamaño es la habitación Deluxe, de 22 m2. No es inmenso para Estados Unidos, pero ya está mejor. Sin embargo, una tumbona colocada frente a la cristalera, obra del dueño, ocupa el poco espacio que queda alrededor de la gran cama. El «armario» está a tope: varias barras forman un armario abierto. Un vestido negro y un vaquero seguro que caben. En cuanto a las maletas, mejor hablar con conserjería... El cuarto de baño es un poco más grande con una ducha sexy para dos personas. Todas las habitaciones tienen vistas a la ciudad o al océano, no hay vistas laterales.
Hay que llegar a las Villas suites para disponer de 60 m2 a un precio elevado, un balcón encima de una de las piscinas, un inmenso cuarto de baño con bañera de huevo de Starck y, por último, los wc separados.