El hotel Eva es un establecimiento de tamaño a escala humana y sobre todo muy acogedor. Cuando llegues te recibirá el padre, la madre o la hija, propietarios del hotel. El vestíbulo es un poco anticuado, pero agradable. El mostrador de mármol de la recepción destaca en el suelo de baldosa blanca. Entrando a la izquierda hay un salón, con taburetes, sillones y mesas bajas de cristal. Todo contiene los colores de la isla, blanco y azul. Justo al lado se encuentra el mostrador del bar, instalado en prolongación de la recepción, de frente al salón televisión dominado por la inmensa pantalla LCD. Sólo tendrás que bajar unos escalones para llegar a la piscina del hotel. Combina perfectamente con el decorado y tiene unas bonitas vistas a la bahía de Ornos. A pesar de la barandilla de seguridad de madera, desde el lateral de la piscina las vistas son buenas. Está rodeada de dieciocho tumbonas, y un pequeño columpio. Los cojines escoceses no combinan demasiado bien con el entorno, protegidos por sombrillas de madera. Se utilizan algunas mesas para el snack del bar para que así los clientes puedan disfrutar de la piscina picando algo.