Las 170 habitaciones del hotel tienen tres categorías: superior, "bahari" y también hay disponibles dos suites. Las habitaciones se concentran en unos grandes edificios de dos plantas (sin ascensor), construidos en forma de "U", orientados hacia el mar. Cada estancia goza de unas agradables vistas y, más importante aún, de un balcón en el que disfrutar del aire libre. Las de la categoría Bahari son muy amplias. Todos los tejidos (tanto de la mosquitera, como de las cortinas o del mantel que hay en el rincón-salón) son de tonos amarillos. Un tocador permite que termines de arreglarte fuera del cuarto de baño. El lavabo del hotel es doble y el wc está separado del resto del espacio por una pared. No dispone de servicio de habitaciones. Si quieres usar la caja fuerte deberás abonar 1,50 euros al día. Pero se agradece muchísimo la climatización, imprescindible para el intenso calor keniano...

Al llegar al Diani Sea Resort descubres un amplio y luminoso vestíbulo. Protegida solamente por un techo de makuti y vigas de melicia, la recepción tiene como hilo musical el agua que mana de una fuente, rodeada de vegetación. Hay pequeños salones distribuidos en el espacio que hay enfrente del mostrador de recepción. Cada mesa está decorada con un pequeño ramo de flores naturales. Si quieres bañarte, tienes que atravesar la gran terraza del Lobby Bar para luego llegar a los senderos que conducen hasta la piscina. Está rodeada por un bonito jardín y tiene forma de "U". Las tumbonas de madera que rodean la piscina no son suficientes, pero también te puedes tumbar en el césped que bordea la playa. Hay una piscina infantil para que los niños puedan bañarse tranquilamente.

Te decidirás rápido: sólo hay un restaurante, que está instalado en un rinconcito muy aireado. Diseñado en forma de patio, resulta un lugar agradable para comer, aunque en las horas punta hay mucho ruido. Las mesas, alineadas unas al lado de las otras, no ofrecen ninguna intimidad. Es mejor optar por la terraza exterior. El restaurante es de tipo buffet y sirve las tres comidas del día. Además, cuando el tiempo lo permite, lo instalan en el exterior. Pero si no, está al fondo de la estancia, por lo que no siempre resulta fácil llegar hasta él. Si se te abre el apetito durante el día, siempre puedes picar algo en el bar de la piscina.

La playa de Diani es una de las más bonitas de la costa keniana. Por desgracia, en esta zona la orilla es pública, por lo que el hotel no ha podido instalar tumbonas en la arena. El hotel ha instalado una pequeña pared en la orilla del mar, para que puedas observar desde lejos a los bañistas de la zona, que suelen montar bastante alboroto. Las tumbonas de madera están dispuestas mirando hacia el mar, pero nada te impide ponerte donde quieras. También hay disponibles sombrillas, aunque la gente suele resguardarse bajo los árboles para protegerse del sol, que es bastante fuerte en Kenia. Como en la gran mayoría de playas de Mombasa, resulta difícil bañarse cuando hay marea baja. Habrá que esperar hasta que suba el agua. Además ésta deja a su paso bastantes algas. La barrera de coral no está muy lejos de la orilla, por lo que es aconsejable que aquellas personas que tengan los pies delicados se bañen con sandalias para no hacerse daño con los corales muertos. El hotel propone realizar actividades náuticas, que van a cargo de una empresa externa, situada al lado del establecimiento.

Para los curiosos, Mombasa no tiene demasiado atractivo turístico, pero sería una pena no dar un paseo por el casco antiguo. Al barrio le vendrían bien unas buenas reformas, pero el Fort Jesus constituye un sitio interesante para descubrir. Lo construyeron en el siglo XVII los portugueses con el objetivo de proteger la entrada al puerto.
Es importante saber que en Kenia no se puede hacer topless, está prohibido y castigado por ley.
El hotel cierra sus puertas en temporada baja. Las fechas de cierre no son fijas, por lo que el establecimiento se adapta a las reservas. En general cierran de abril a julio.