Inaugurado en 1995 y reformado en 2009, el Manary Praia forma parte de las posadas con encanto de Brasil. A los dueños, Carla y Eduardo, les gusta acogedor a los huéspedes, presentarles Natal e incluso contarles un poco la historia del hotel que fue de los primeros de Ponta Negra (contaba con 11 empleados y ahora son 45). En cuanto a la decoración, se escogió en varios sitios, cada objeto proviene de alguno de los 50 países que visitaron. A lo largo del día suena música tranquila entre jazz, blues y Bosa Nova, especialmente seleccionada por Carla. De fuera, el edificio amarillo se parece a una casa grande. Entrando después del mostrador de recepción de mármol, te toparás con algunos de los originales elementos de decoración: una caja registradora antigua, un escritorio, un cuadro con conchas?Junto a la recepción, una vidriera propone varios objetos a la venta: peluches, libros, objetos de cerámica. En el propio restaurante una zona, con un sillón naranja y dos butacas, cumple le función de salón de lectura.
Afuera, la piscina más bien pequeña, mira el mar. Alrededor encontrarás varias sillas y mesas de plástico. Allí el hotel instaló una webcam. En su portal difunde imágenes en directo de la playa de Ponta Negra y de los adeptos al surf que se dan cita generalmente frente al hotel.
Y los amantes del bienestar se dirigirán a la habitación 105 transformada en una sala de masajes. Además de un hammam para dos, de una ducha con cromoterapia, de un recorrido con piedras para los pies, el sitio ofrece una bañera con hidromasaje. Cuando empiezas se te pregunta que música te gusta y al final de tu tratamiento se te propone un té. Los productos utilizados son de la marca francesa, l'Occitane pero lo mejor aquí reside en las terapeutas. Una vivió en Tailandia y en China, por lo cual no dudes en solicitar los tradicionales masajes de alguna de estas regiones, famosos en el mundo entero.