Cuando llegas al Rifóles, un pirata te acoge. Se trata de uno de los empleados del hotel vestido de marrón y naranja que recrea un poco el ambiente de un barco. De hecho la estructura del edificio, de madera, ladrillo y paja, se integra bien al paisaje. En la entrada, el salón se organiza en torno a una gran estatua de un león. Del techo de madera cuelgan unas lámparas en forma de globos blancos. En el altillo se colocaron unas plantas, que aportan un toque de vegetación a la sala. Desde los sillones beige del bar podrás contemplar el mar. Un televisor permanece encendido a lo largo del día. Pasando la recepción y la tienda de trajes de baño, llegarás a otro salón similar al primero. Pero lo que realmente destaca en el Rifóles, es la zona de piscina. Cuenta con nada menos que 27 puntos de hidromasaje y se reparte en varios niveles: una con forma de garbanzo, otra rectangular rodeada de pasto y de tumbonas?Sin duda encontrarás entre las múltiples zonas de relax del hotel, alguna que te convenga. A pesas de su aspecto un poco frio, el club para los niños reúne mesas de billar, un tobogán, una casita de colores y varios juegos. En cuanto al fitness, tampoco destaca por su aspecto acogedor. Pero si por la variedad de sus máquinas. Son nada menos que 10. Además la sala permanece a disposición de los huéspedes las 24 horas. Y si quieres peinarte o relajarte, el Rifóles también te ofrece estas posibilidades. El pequeño salón de belleza donde se utilizan productos exclusivamente brasileros tiene un servicio de peluquería. En cuanto a los masajes, podrás experimentar el anti-estrés, el ayurvédico, el shiatsu o incluso una de las especialidades de la casa, el baño de pétalos de rosa. Finalmente vale la pena considerar que los fines de semana se proponen conciertos de forro y algunas animaciones.