No hay que fiarse de la fachada ni de la pequeña entrada del hotel La Pérouse, detrás se esconde una joya llena de encanto. Es un edificio típico de la ciudad, con su fachada amarilla, balcones de hierro y alto, y tiene una entrada muy discreta que no deja adivinar el establecimiento que se esconde detrás.
Al empujar la puerta de entrada no entras en una casa como se podría esperar, sino en un hotel. Concretamente, en su espacio de recepción. Consta de un primer nivel que da a la calle y al mar, donde encontramos un agradable salón de descanso con sillones, canapés y mesas bajas. En una atmósfera de grises, blancos, beis, hierro forjado y mobiliario contemporáneo de calidad, los clientes podrán darse cuenta inmediatamente del cuidado puesto en la decoración y de su elegancia.
Tras subir los pocos peldaños que separan el nivel del salón del nivel superior, se llega al mostrador de madera maciza de la recepción. Gracias a la amplia ventana del salón, todo el espacio de recepción está ampliamente bañado por la luz.
Y después de la recepción viene... ¡La comida! La parte interior de la sala de restaurante del hotel La Pérouse dispone de la misma decoración sobria y refinada que el espacio de recepción y que las zonas comunes. Entre suelos y paredes beis, mobiliario de color chocolate y chimenea con un saloncito, esta sala es propicia para cenas intimistas en un ambiente acogedor. La sala interior se abre sobre una veranda con algunas mesas, una hermosa terraza exterior que casi recuerda a una placita de un pueblo del sur. Ubicado en la falda de una colina arbolada, muestra el mar como horizonte. Basta con subir unos peldaños y descubrimos una nueva terraza más pequeña y su piscina, entre rocas, vegetación y vistas al mar.
Pero esto no es todo, todavía más alto, siempre en la falda de la colina, algunos privilegiados podrán descubrir unas vistas únicas de toda la ciudad, el Paseo de los Ingleses y el mar. La última terraza del hotel es un remanso de paz rodeado de rocas, pinos y vegetación. Entre la planta baja y esta terraza hay que subir las seis plantas construidas sobre la pared de la colina. Se puede hacer en ascensor o, los más valientes, por las escaleras.
En esta última terraza hay una pequeña sala de deportes con tres aparatos y un ventanal con vistas al Mediterráneo, además de un jacuzzi donde la temperatura no baja de 30° C en cualquier estación. Si quieres relajarte bajo el sol en una de las tumbonas a disposición de los clientes o en el jacuzzi, o compartir una bebida en pareja o entre amigos bajo la pérgola, este lugar es absolutamente mágico y encantador. Situado en la falda de una colina a muchos cientos de metros sobre el nivel del mar, esta terraza crea un auténtico sentimiento de exclusividad y de estar solo en el mundo, lejos, muy lejos del bullicio de la ciudad.
Para completar estos instantes de felicidad, el hotel La Pérouse también dispone de sauna.
El hotel cuenta con espacios de reunión con capacidad para acoger de 10 a 45 personas. Para las reuniones o seminarios, la sala Belanda de 60 m² puede recibir hasta 45 personas en disposición en teatro, la sala Baie des Anges de 35 m² puede acoger hasta 25 personas en disposición en teatro, y el espacio exterior La Gardiola de 30 m² puede albergar hasta 15 personas en disposición en teatro. Para los cócteles, el restaurante Le Patio y el jardín pueden recibir hasta 50 personas y 45 para un bufé.