Tras la fachada rosa de un edificio urbano típico de Niza, el hotel Crillon abre su espacio de recepción que parece el estrecho vestíbulo de un edificio. Frente a la puerta de entrada, al final de un pasillo ampliado por la pared de cristal, están el ascensor y la escalera que lleva a las distintas plantas, como en un edificio. Justo delante del ascensor se ubica el mostrador que sirve de recepción.
Con esta entrada en materia está claro: estamos claramente en un hotelito de ciudad. No podemos decir que sea encantador porque de este espacio no se desprende ningún sentimiento, bueno o malo. Las paredes son blancas, el mostrador de la recepción es de madera clara, moderno y sin gran interés, y todo parece limpio y cuidado.
Hay que acceder a la primera planta para descubrir el alma de este hotel. Los pasillos pintados de blanco y gris rosado con suelo de parqué de color claro son de estilo contemporáneo y sobrio, pero solo al entrar en la sala de desayunos se muestra el verdadero estilo de este hotel. Paredes blancas, parqué y toques de rojo en el mueble donde se sirve el bufé. Los manteles y cortinas dan a esta luminosa sala de amplias ventanas un estilo moderno y agradable. Esta habitación solo tiene capacidad para 30 personas.
En una mesa un poco alejada de donde se sirve el desayuno hay un ordenador y conexión a Internet (1 h de acceso gratuito) que funciona como zona de trabajo, justo al lado hay tres cómodos sillones de cuero negro donde los clientes se pueden relajar durante el día.
Reformado en 2012, el hotel ofrece espacios comunes de bonita factura, muy limpios y bien cuidados, que hacen olvidar la falta de espacio de este hotelito.