Construido en 1913, este hotel es un edificio antiguo repleto de encanto. Dado que estaba antaño destinado como hotel para granjeros, su pasado no pasa desapercibido, especialmente dada la presencia de retratos de ancestros presidiendo la entrada y habiendo un idioma oficial que no es el mismo que se habla en la calle. Aquí se habla un antiguo dialecto extrañamente llamado nuevo noruego. Pero si hablas inglés, te entenderán. La arquitectura del hotel es de antaño, pero la decoración interior es contemporánea. En la planta baja hay grandes ventanales acristalados que se abren por una parte hacia el restaurante y, por la otra, a una tienda de recuerdos y trajes tradicionales fabricados en la planta superior. Aunque no desees comprar nada, entra a echar un vistazo, es entretenido e interesante. Entre la tienda y el restaurante, la recepción del hotel se ha ganado su lugar. Espaciosa y de madera revestida, es agradable, moderna y alargada. Con zonas de Internet, una mesa con folletos y prensa y taburetes, se trata de un lugar bien pensado para organizar el día y emprender el camino.