El hotel se esconde tras una pequeña puerta, muy discreta, casi invisible. El edificio que data de 1916 era una tienda de electricidad. Unas escaleritas llevan hasta la pequeña recepción, bastante clásica con un toque moderno, tras la cual se esconden, de un lado un bar de diseño con colores llamativos y lámparas contemporáneas, y del otro, un restaurante gastronómico con un mobiliario de mucho estilo.
Hay un ascensor bastante lento que conduce a las plantas donde se encuentran dispersas las habitaciones. Aunque para llegar a la última planta deberás subir por las escaleras y ahí encontrarás el salón común, para nosotros la sala más agradable del hotel. La decoración original compuesta de bombillas y cables hace honor a la función que antaño este edificio tenía, una tienda de electricidad, antes de ser convertido en hotel. El ambiente es agradable y está amueblado con sofás de cuero, una televisión y un ordenador, y en él los clientes podrán tomar té y café y una merienda de 15:00 a 18:00 h, todo ello sin suplemento.