El hall del Grand Hotel Rosa Marina, con sus techos altos, sus arcadas y sus plantas verdes, está en armonía con la esencia mediterránea de la estructura, que ofrece grandes superficies ventiladas, abiertas al exterior gracias a grandes ventanales, sabiamente protegidas de la intensidad del sol del Sur. El suelo de baldosa marrón rústica acentúa la sensación de frescor. Sin embargo los sofás, a pesar de ser confortables, están pasados de moda y el acondicionamiento general necesitaría un estudio más cuidado.
En el exterior, frente a la entrada, se encuentra un patio de baldosa color terracota y paredes blancas, a la sombra de cortinas claras que recuerdan una carpa de circo, que lo protegen de la luz del sol. Además del patio, el paisaje está marcado por las tres piscinas de aguas turquesa escondidas en medio de un jardín verde de pinos, palmeras y olivos. Si dos de ellas, una más pequeña y adaptada a los niños, tienen una forma clásica, la tercera simula en cambio, por las curvas que la delimitan, la orilla de una playa.
Los deportistas estarán encantados con las dos canchas de tenis, el terreno de volley, el campo de fútbol y el de petanca, así como el gimnasio nuevecito.