Este hotel con dos edificios de construcción moderna abrió sus puertas en los años 80, y su última renovación data de 2007. En el exterior hay un estanque cerca de la entrada, por donde podrás dar una vuelta. Y una vez dentro, te sorprenderán gratamente las grandes dimensiones. Una tienda de souvenirs bien surtida recibe al turista antes de que salga a descubrir nuevos lugares. No es para entusiasmarse, aquí no hay un auténtico verdor, sino un espíritu de "refugio" que nace de las vigas del techo, la decoración de madera y el agradable mobiliario. Una larga alfombra roja invita al visitante a seguir descubriendo las prestaciones: un salón de masajes tailandés sin ningún tipo de pretensiones, una peluquería, práctica, dos bares, uno de ellos cervecería (abiertos entre las 11:00 y las 00:00 h) y, en el fondo, el restaurante. Da a una gran terraza, ideal para el verano y, además, frente al bosque, desde la que podrás vigilar a los niños jugando en la zona de jardín acondicionada.