El proyecto del hotel, abierto en 2009, como otros numerosos establecimientos en la capital checa, nace de la reconversión de antiguas oficinas. La entrada es discreta pero luego enseguida nos impresiona el vestíbulo, espacioso y con una preciosa decoración Art Déco. Una fuente - astuta y de imitación - en el centro cae desde el techo, suelo de mármol, el bonito mostrador de recepción se sitúa a la izquierda frente a una hilera de bonitos sofás de diseño. Nos gustan los cubos de luz que sirven de mesas.
El centro de negocios dispone de ordenadores conectados a Internet, impresoras y un rincón para las compras. Más lejos en el vestíbulo, la barra del bar recibe a los clientes de 7:00 a 1:00 h de la madrugada con una carta de tentempiés. El restaurante Atrium está justo detrás, frente a un pequeño patio interior acondicionado con varias mesas.
Como en todo nuevo hotel de 4*, en el subsuelo encontramos un centro de belleza. Dos divinidades esculpidas, de inspiración tailandesa, reciben al visitante en este espacio de decoración algo oscura. Abre de 9:30 a 22:00 h y al menos está limpio y acondicionado para los masajes, con su jacuzzi y una sauna.