El hotel dispone de muy poca capacidad de alojamiento, con tan solo seis habitaciones: tres apartamentos y tres habitaciones de matrimonio o con dos camas. La capacidad máxima es de cinco personas, por lo que es ideal para las familias en vacaciones, que pueden compartir dos habitaciones en la misma planta. Los amantes de los hoteles modernos y de diseño, es mejor que pasen de largo. Aquí se apuesta por el encanto de lo antiguo, con el suelo de parqué, tapetes en las mesitas de noche y alfombras domésticas. Es cierto, la decoración de las paredes es bastante minimalista, pero eso no le resta comodidad a las habitaciones. Bajo los tejados, el techo está inclinado y las vigas son vistas. Las habitaciones están bien conservadas. El equipamiento es también bastante rústico: un pequeño televisor catódico, sin climatización, pero sí minibar; la caja fuerte y la conexión a Internet Wifi son gratuitas. Los cuartos de baño están limpios y son bastante grandes, con bañera y secador de pelo. Algunas habitaciones disponen de ventana. En el lado del patio, las vistas despejadas dan a la colina verde del Parque Petrin, muy agradable.