Si el museo de Artes decorativas tuviera un restaurante-bufé tendríamos la impresión de estar en él desayunando. La sala donde se sirven los platos -variados- de por la mañana constituye el calderón del hotel. Frescos, molduras e iluminación de arte Nuevo, mobiliario contemporáneo discreto y mesa de presentación central casi invisible: en ella encontramos todos los detalles que refinan las comidas. Cebolleta picada junto a los huevos revueltos, salsa tartar y fuente de pepinillos cerca de un plato de tomates, panecillos, salchichas, bacon, fruta fresca cortada, pastelería checa, strudel, vino espumoso. Las bebidas calientes se sirven en la mesa. Durante el día no hay bufé sino la restauración a la carta, rápida (sándwiches, sopas, ensaladas) o gastronómica (pescado en salsa, filete de cerdo con verduras).