Inaugurado en 2009 tras 6 años de reformas, el hotel ha adquirido y restaurado un antiguo monasterio del s. XIII. Sin embargo, la orden religiosa de los monjes Agustinos ha vendido tan solo una parte del patrimonio, por lo que ellos siguen viviendo en la finca colindante. Hay acceso directo a la iglesia por si quieres celebrar allí tu boda. Asimismo, los huéspedes pueden hacer una visita exclusiva de su antigua biblioteca previa reserva. El hotel es espléndido. El vestíbulo, a pesar de ser espacioso, conserva una cierta intimidad. Un fuego, de imitación, arde en la chimenea junto a una decoración refinada y delicada que no da la sensación de un ambiente recargado. Los materiales empleados son de alta gama y una suave luz natural entra por el gran ventanal que hay en el techo.
En las zonas comunes, los pasillos destilan tradición y el espíritu del edificio: escucharás toda la historia que contienen sus piedras. En la planta 4, podrás admirar la magnífica estructura que se ha restaurado siguiendo las técnicas tradicionales. Un trabajo colosal realizado por un solo hombre en búsqueda de la calidad y del detalle, como la arena en los ceniceros, sellados con el emblema del hotel.
Ir de un lado a otro del hotel es un viaje en sí mismo, por lo que en cualquier momento del día (de 11:00 de la mañana a medianoche) podrás tomar un descanso en el bar. En una magnífica sala con frescos del siglo XVII verás el símbolo de los monjes agustinos: el corazón sagrado. Hay otro bar en el sótano, donde podrás adentrarte en las entrañas de la tierra: la piedra natural de sus paredes es cautivadora, con sus estalactitas, en las que podrás ver algún animal fosilizado. Asimismo, el hotel cuenta con un jardín privado cuya vegetación se ha podado con gran sutileza. Podrás resguardarte del sol y de la lluvia mientras descansas en uno de los confortables sillones que se cobijan bajo unos grandes arcos. Finalmente, podrás gozar del spa y del gimnasio gratis, aunque si quieres algún tratamiento deberás abonarlo.