Al final del hotel se encuentra una bahía de 1.900 metros. En sus aguas transparentes se pueden apreciar los bancos de peces, entre la arena fina y los arrecifes de corales, cosa que encanta a los buceadores. Otros se refrescan simplemente en el agua. Los deportes náuticos (hidropedal, canoa, vela y otros deportes motorizados) se pueden practicar en el azul turquesa del Mar Caribe. El lugar, retirado, está vigilado. Al fondo emerge un islote lleno de tumbonas y sombrillas de hoja de palmera. El hotel dispone de otra playa, más salvaje, más allá de la bahía. Se trata de la parte perteneciente al Colonial, abierto recientemente, y al Tropical, el cuarto establecimiento abierto en 2006. Aquí está funcionando un programa ecológico cuya función es recoger los huevos de las tortugas marinas, protegerlos en nidos y cuidar a las crías. Se va a instalar una piscina artificial entre el Caribe y el Tropical para que sirva de guardería de las tortugas. Una duda: está prevista la construcción de dos nuevos hoteles en los próximos años, por lo que cabe preguntarse si las playas bastarán para acoger a los clientes, y conservarán ese toque exótico.