La única diferencia entre el hotel Las Vegas y los demás establecimientos es su acogedora entrada de cristal que parece estar metida en la primera planta que sobresale. En el interior, el gran vestíbulo abierto es un poco impersonal. Contiene la recepción así como salas para jugar a cartas, billares, un jardín de invierno para relajarse, mesas de ping-pong, una zona reservada a los niños, una peluquería, una tienda y ordenadores de pago. En el exterior hay un terreno de petanca y juegos de bolos. Así mismo, el hotel cuenta con un minigolf y otros juegos como un shuffleboard (un palo en forma de escoba para lanzar los tejos que se deslizan por una pequeña pista alargada; el objetivo es lanzarlas hacia un objetivo para ganar puntos). Los animadores del hotel organizan competiciones de estas actividades y varias noches por semana, un espectáculo profesional que puede ser de música o de magia al que le sigue una noche de bingo o un trivial, por ejemplo.
El hotel cuenta con dos piscinas rodeadas de vegetación, una principal y otra para los niños. Las vistas desde aquí no son nada del otro mundo a causa de la altura de los edificios que las rodean, que además, tapan el sol gran parte del día. Por el contrario, hay espacio suficiente para todo el mundo, así como algunas tumbonas sobre el césped, al lado de los árboles de todas las medidas. El resto de zonas comunes del hotel son un poco antiguas en términos de decoración, pero son funcionales y están limpias y ordenadas. El jardín de debajo de la piscina, con una fuente en su centro, es muy bonito. Está bordeado por una terraza y debajo hay un balcón que da la vuelta a todo el establecimiento: ambos son lugares ideales para tomar algo tranquilamente o leer un libro a la sombra.
El hotel no dispone de spa ni de gimnasio, aunque se pueden pedir tratamientos personalizados. Además de los ordenadores de pago, si viajas con tu portátil ten en cuenta que la conexión Wifi es gratuita en las zonas comunes.