El Marquesa te recibe de la mejor manera posible, con una magnífica fachada de época (de 1712) típicamente canaria con unos balcones de madera y, a continuación, con un agradable patio con flores que recuerda a las viviendas coloniales de las ciudades de Latinoamérica. En esta casa privada antes vivía un marqués, y en 1995 se convirtió en un hotel. Este patio alberga la recepción y, en la planta, están pensando en construir un museo. Una vez pasado este primer adelanto prometedor, uno no puede evitar sentirse decepcionado por el resto de las instalaciones ya que se trata de un edificio cualquiera de cinco plantas comunicado por tres ascensores que alberga las 157 habitaciones del establecimiento, renovadas en 2009.
Tienes dos piscinas para escoger, que abren de 9:00 a 20:00 h. La primera es rectangular y bastante grande, pero solo con 40 cm de profundidad, por lo que más bien está reservada a los niños. La segunda goza de una situación idónea en la terraza panorámica de la azotea del hotel, de modo que disfruta de unas magníficas vistas del mar, el puerto, la montaña, las iglesias de Puerto de la Cruz y del Lago Martínez. Ambas disponen de un espacio solárium con moqueta sintética de color verde, duchas, wc, tumbonas con colchoneta y sombrillas. Las toallas de baño se facilitan en la habitación.