Más vale reservar con antelación si quieres alojarte en una de las 38 habitaciones del 101, que se dividen en las siguientes categorías: estándar, doble, deluxe, suite junior y suite 101. Esa última ha tenido el honor de albergar a muchos famosos de la talla de Jude Law o Leonardo Di Caprio. Todas proponen un universo de líneas puras en el que se combinan los materiales naturales (parquet) con muebles de diseño transparentes, blancos, grises o negros. Es difícil echar de menos algo en la habitación, ya que tienen todo lo necesario y más: cama tamaño king size a partir de las habitaciones dobles, altavoces para iPod, caja fuerte, reproductor DVD, televisor, paraguas, albornoz, zapatillas e incluso... ¡Una calculadora! El minibar se merece, por sí solo, una mención honorífica: además de los snacks y refrescos habituales, podrás comprar CDs, camisetas, ropa interior, adaptadores, juegos de mesa, etc. Y en el cuarto de baño, más de lo mismo: un aspecto modernísimo (lavabo cuadrado, ducha negra a la italiana o bañera en las categorías superiores), productos de aseo de la marca Blue Lagoon, así como también cremas que tienen a la venta. Tres de las estancias disponen de balcón.

Inaugurado en marzo de 2003, parece que hayan abierto el 101 ese mismo día de lo contemporánea que resulta su decoración. Pero el edificio tiene ya su edad. Construido en 1930, su arquitectura original conservada combina con una decoración muy contemporánea. La pesada puerta del 101 está en una entrada que pensarías que es la de una finca clásica. A mano izquierda tienes un salón-biblioteca con una chimenea, un rincón que te invita al "dolce far niente" mientras lees algunas de las revistas o libros que hay a disposición de los huéspedes. Mesas de madera, sofás, asientos de piel y sillas completan la decoración del lugar. A mano derecha, hay una pequeña zona de recepción, con un mostrador negro laqueado y numerosas obras de arte realizadas por un artista islandés, distribuidas no sólo por el hotel, sino también por toda la ciudad... En el hotel también hay un mini-spa muy coqueto. Allí hay todo lo necesario para una sesión de descanso: una sala de fitness con cinco máquinas, jacuzzi y sauna. En último lugar cabe destacar que el hotel pone a disposición de la clientela un ordenador.

El 101 no sería lo que es sin su bar-restaurante, uno de los lugares más de moda de la capital islandesa. No te lo negará la cantante Björk, cliente habitual del lugar. Instalado en la prolongación del salón-biblioteca, propone un menú diario (sólo entre semana) y una carta de platos internacionales en un marco de diseño que sigue la tónica de las demás zonas comunes: parqué, taburetes de color blanco, negro en el mostrador, las mesas y las sillas, etc. Está abierto todo el día. Ofrece un desayuno ideal para empezar el día con buen pie: zumo de naranja natural, charcutería, pescado, ensalada de fruta, napolitanas de chocolate... Atención: algunos productos van aparte, como los huevos benedictinos o las tostadas con tortilla.

El 101 es un hotel independiente y el único en Islandia que forma parte del grupo "Design Hotels". Es la enésima (pero exitosa) remodelación del antiguo edificio, que previamente había sido una imprenta, una discoteca o la sede de un partido político.