Con sus 252 habitaciones, el Hilton ha apostado por la cantidad, sin escatimar en calidad. Todas las habitaciones ofrecen prestaciones dignas de un Hilton: gran TV, dos teléfonos, radio-despertador con conexión para iPod, minibar, tetera y cafetera, caja fuerte electrónica y cuarto de baño con teléfono, bañera o ducha, productos de aseo de la marca La Source y dosificador de gel de ducha. También puedes disponer de albornoces, previa demanda y pagando un depósito. Todo ello en una decoración sobria y moderna como el resto de las zonas comunes: parqué claro, colcha gris, una montaña de almohadas, muebles sencillos y contemporáneos y cuarto de baño mitad de baldosa y mitad de mármol. Los felices inquilinos de las habitaciones ejecutivas y suites tendrán la oportunidad de acceder al salón y de contemplar sus magníficas vistas a la capital y a los paisajes circundantes. Los más afortunados tendrán la posibilidad de alojarse en la suite más grande de Islandia. Un apartamento con cocina en el que se han alojado personajes como Quentin Tarantino, Clint Eastwood, John Travolta o Yoko Ono, por citar algunos.

Moderno e imponente, el edificio del Hilton no pasa desapercibido. De hecho, no se asemeja en nada a las pequeñas casas del centro de la capital y a sus hoteles con encanto. La puerta giratoria y el vestíbulo gigante anuncian claramente el estilo predominante: estás en uno de los hoteles de la cadena Hilton, estandarte de la hostelería de lujo. Columnas blancas, suelo de baldosa beige, sillones y sofás color crema, alfombras violetas, cuadros modernos... Aquí la elegancia es sinónimo de sobriedad. Hay cuatro ascensores para acceder a las diferentes plantas, especialmente al spa de la segunda planta. Su equipamiento no tiene nada que envidiar al de los centros de bienestar de los hoteles de las costas mediterráneas: gran gimnasio muy bien equipado, sala de danza, dos jacuzzis, una pequeña piscina, un hammam aromatizado, 11 salas de masajes, una cabina de belleza y una terraza equipada con un tercer jacuzzi y una sauna. Un pequeño defecto: la música enérgica de las salas de deportes se escucha hasta en el spa... Es difícil relajarse con ese fondo de tecno. El hotel dispone de un centro de negocios con tres ordenadores. Cuesta 1.800 ISK (12 EUR) por 24 horas.

Los clientes tienen tres posibilidades para comer: aperitivos para picotear en el bonito bar malva del vestíbulo, platos nórdicos e internacionales en el restaurante Vox o platos escandinavos más refinados en la parte del restaurante que cierra los domingos y los lunes. A la derecha del recibidor, el establecimiento ofrece 220 asientos repartidos en una gran sala decorada con buen gusto: suelo de parqué, sillas de color beige, mesas de madera, chimenea, bodega de vidrio, etc. Una decoración que recuerda a la del resto del hotel, desde las partes comunes a las habitaciones. Abierto desde el desayuno hasta la cena, pasando por la comida, atrae a numerosos clientes de fuera que se desplazan desde el centro de la ciudad. Cabe mencionar que hay un bufé a mediodía todos los días de la semana, sándwiches "smushis" los sábados y un desayuno tardío los domingos de 11:30 a 15:30 h.

El establecimiento no es un principiante en cuestión de hostelería. El antiguo hotel Esja pasó a formar parte del grupo Icelandair Hotels bajo el nombre de Nordica en 2003, después de haberse sometido a una completa renovación cuyas obras duraron un año y medio. En 2007 obtuvo la carta de nobleza del grupo Hilton.