He aquí lo mejor del hotel: un desayuno buffet (incluido en el precio de todas las habitaciones) que se sirve todo el año en un lugar iluminado, aireado, con vistas sobre toda Roma. Dirígete al restaurante acondicionado en el tejado, donde las cristaleras ofrecen una vista hasta el Vaticano. Desde abril hasta octubre, el resto de la terraza también dispone de mesas para comer al aire libre. El buffet, de estilo americano, se compone de platos calientes y fríos (huevos rotos, yogures, charcutería, panecillos, croissants, frutas frescas). El restaurante no funciona a la hora de la comida, aunque existen buenas alternativas en las cercanías, como el Da Vincenzo, en la calle Castelfidardo: una verdadera taberna romana, donde hay que ser del barrio para saber qué pedir. Te aconsejamos los linguini con berberechos (por unos 15 euros) que puedes acompañar con un poco de vino blanco: ¡suculento! Por la noche, el restaurante sobre el tejado del Marcella vuelve a estar abierto. Se recomienda ir al caer el sol, por las vistas. En efecto, la carta, simple, no ofrece más que algunos platos calientes además de ensaladas y bocadillos (de 10 a 15 euros). Si no te gusta el conejo relleno, puedes pedir espagueti boloñesa; si tienes malos recuerdos de la carne picada, pide los crepes con espinacas; si odias las espinacas, todavía está la posibilidad del vacuno, ¡pero eso es todo!