Desde la sala del desayuno, sólo verás tu reflejo en los espejos dispuestos sobre una de las paredes. No tiene vistas al exterior, ni hay posibilidad de comer en la terraza los días de buen tiempo. El buffet ofrece platos calientes (huevos revueltos, bacón) y fríos (yogures, tarta de mermelada, croissants, pan para cortar). Cada huésped se sirve el café. A mediodía y por la noche, las comidas cambian de estilo: si te gustan los ambientes históricos, prueba el menú del día a 32 euros, un precio ligero, considerando que incluye una entrada o un plato de pasta, plato principal, postre y café. Servicio en carrito, como antaño. Las recetas suelen ser de gastronomía romana (pastas a la matriciana, con tocino y salsa cremosa de tomate, pastas a la carbonara, también con tocino, pero con salsa cremosa aromatizada con la yema del huevo crudo, escalopa de ternera al jamón y a la salvia). Si no tienes suficiente hambre para comer todo eso, puedes elegir la fórmula de 25 euros (primer plato, postre y café). Se recomienda venir pronto para instalarse en una de las mesas cerca de las puertas-ventana; o al final del servicio (hacia las 14:00 h y 21:30 h).