Esta pequeña propiedad rodeada de una exuberante vegetación situada en la parte alta de Sainte Anne cuenta con una docena de bungalows de madera dispersos en un terreno con mucha pendiente. Los dueños han escogido como residencia una casa grande situada en la entrada, detrás del aparcamiento. Al lado de la propiedad hay una piscina no muy grande pero sí agradable y rodeada de algunas tumbonas.

Esta especie de pueblecito compuesto por bungalows dispersos en la naturaleza consta de 3 estudios para 2 personas, 8 bungalows para entre 2 y 4 personas que incluyen una habitación y un salón equipado con un sofá-cama y 2 alojamientos para entre 4 y 6 personas con dos habitaciones y un salón. Estos dos últimos pueden ser alquilados juntos y disponen de una gigantesca terraza común. Cada bungalow posee una terraza cubierta con una cocina americana equipada con un horno, placas de cocina, una nevera, vajilla, una mesa de teca y una pequeña barbacoa. Esta terraza es un verdadero lugar de vida para estos alojamientos. Ten cuidado, sin embargo, con los mosquitos y no dejes la comida fuera o la basura mal cerrada, los gatos están al acecho de la más mínima migaja.
Los cuartos de baño, muy limpios, están equipados con una ducha, lavabo y váter. Acuérdate de llevar tu champú y tu jabón. Es mejor encender el aire acondicionado durante el día, dado que es ruidoso y, al dar a la terraza, molesta tanto dentro como fuera.

No hay restaurante, pero si tu estancia es de una semana, encontrarás en tu bungalow una cesta de frutas con una botella pequeña de ron y, llegado el caso, lo necesario para hacer un desayuno. Es un pequeño detalle que se agradece. El ponche que se ofrece a la llegada es la mejor forma de sumergirse en el ambiente local.

No hay playa, estamos en el interior de la isla. La playa está a 25 minutos andando a la ida porque es cuesta abajo. Calcula al menos una hora para la vuelta... ¡y una botella de agua!

Hay un bungalow especialmente acondicionado para discapacitados que dispone de su propia plaza de aparcamiento.

El supermercado más cercano, "l'île Verte", está a 5 min y es muy caro, como ocurre en la mayor parte de la isla. Además, casi todos los días ponen un mercado de productos frescos en la playa. Tienes una lavadora a tu disposición por 4 euros, lo cual no resulta caro.

Alrededor de las habitaciones hay gallinas, gallos y gatos que resultan ruidosos. Y no hablemos de las vacas del prado situado más abajo, que no dudan en mugir por la mañana, cuando tienen sed. Pero esto forma parte del encanto de estos alojamientos en plena naturaleza.

Acuérdate de ponerte repelente antes de ir a cenar a la terraza o te acribillarán los mosquitos.

Bajo la casa de los dueños hay una pequeña mesa para colocar el ordenador y conectarse al WiFi.

Las personas mayores con ciertas dificultades para desplazarse deben hacer constar este hecho cuando hagan su reserva para que no se les aloje en los bungalows de la parte de abajo, la subida a la piscina y al aparcamiento les va a resultar dura.