Las habitaciones tienen unos azulejos rojos de cerámica y están muy bien decoradas con dos cuadros de Miró (imitaciones, por supuesto), un espejo, un escritorio pequeño de madera con una televisión minúscula, una silla y paredes blancas y azul pastel. Disponen de aire acondicionado, caja fuerte con llave (de pago) y acceso a Internet wifi de pago. En cambio, no disponen de nevera ni de servicio de habitaciones. Un balcón acondicionado con una mesa blanca de plástico y 4 sillas ofrece unas vistas impresionantes sobre la hermosa cala de San Miguel. El cuarto de baño dispone de bañera con teléfono de ducha flexible, dos jabones, dispensadores de gel de ducha y champú en la pared, WC y un secador de pelo.

El hotel Cartago, miembro del grupo hotelero español Stella Polaris, se construyó en 1973 y se renovó en el año 2011. Tiene las paredes ocres y presenta una arquitectura escalonada que recuerda a la de las pirámides amerindias. Dispone de 196 habitaciones y una capacidad máxima de 400 personas, para lo que cuenta con 8 plantas comunicadas por 2 ascensores (la espera es interminable), amplios salones con vistas panorámicas y una piscina central. El punto neurálgico del hotel es el salón bar climatizado, que abre de 9:00 a 00:00 h. Este tiene unas vistas maravillosas, además de un escenario para las animaciones, un billar, dos futbolines y una terraza panorámica que domina la hermosa cala de San Miguel. El café está muy bueno (algo que no siempre ocurre en los hoteles de Ibiza...). La piscina de 2 m de profundidad abre de 9:00 a 19:00 y tiene varias tumbonas acuáticas, pero no está vigilada. Los niños disponen de una piscina infantil de 70 cm de profundidad. Se pueden pedir toallas en recepción depositando una fianza de 2 euros. Es una pena la falta de espacio y de tumbonas alrededor de la piscina. En cambio, ¡las vistas son magníficas!

Las comidas se sirven en régimen de bufé en una sala con capacidad para 290 personas con cocina en directo y unas grandes cristaleras con vistas al mar. El desayuno se sirve de 8:00 a 10:30 h, el almuerzo de 12:30 a 14:30 h, y la cena de 18:30 a 21:30 h. Se sirven tentempiés en el mismo lugar, de 11:00 a 12:00 y de 22:00 a 23:00 h. Para el aperitivo, dirígete de 18:00 a 20:00 h al bar de tapas, cuya entrada está vigilada por un Tintin vestido con un traje rojo de novio. Para variar, también puede reservar por las noches únicamente en el restaurante chino, también en régimen de bufé, con dos servicios: de 18:45 a 19:45 y de 20:00 a 21:00 h. Esta vez, Nestor te acompañará a la entrada. La sala con una capacidad de 60 comensales está decorada con temática china.

Oculta en la hermosa cala de San Miguel, flanqueada por las colinas recubiertas de un oloroso pinar, la playa muy resguardada del hotel Galeón presenta unas dimensiones respetables, un agua cristalina (puedes ver cómo los peces se acercan a la orilla) y una arena fina. La playa dispone de duchas, tumbonas y sombrillas (de pago). La playa es tranquila, poco ventosa y vigilada. Allí se pueden practicar numerosas actividades náuticas (de pago) gracias a su escuela de vela, entre las que destacan el esquí acuático, el barco con fondo de cristal, el plátano acuático, la vela, el windsurf y el piragüismo (gratuito). En este espléndido paraje podrás tomar un café, una buena cerveza o incluso comer algo en los bares restaurantes ubicados en los acantilados.

El hotel Cartago, muy frecuentado por una clientela francesa, abre de mayo a octubre. Pertenece a un vasto complejo turístico que funciona en régimen de todo incluido que incluye otros dos hoteles intermedios: el Galeón (reservado a una clientela italiana) y el San Miguel, en el que los clientes son principalmente ingleses. Por lo que sus clientes pueden disfrutar de todas las infraestructuras del complejo, entre las que destacan un gimnasio y un campo para practicar deportes varios. No te pierdas las cuevas de Can Marca, situadas muy cerca, merecen realmente la pena. Igual que cala de Benirrás, desde dónde podrás admirar una espléndida puesta de sol en la sorprendente roca del "dedo de Dios". Todos los domingos, durante la temporada alta, la comunidad hippie se reúne al son del djembé y el diyiridú, en un ambiente digno de los años sesenta con espectáculo de bolas; ¡ambiente Beatnik garantizado!