Las 42 habitaciones del Sobrado, aunque son todas más o menos similares, se dividen en diferentes categorías. La primera incluye 25 habitaciones estándar (10 con cama doble y 15 con camas gemelas) y 4 estudios (destinados a 3 ó 4 personas como máximo) situados en la planta baja y en el 1er piso. Las primeras están embaldosadas, son medianamente grandes y en general resultan sencillas. Aunque están limpias, no ofrecen el confort esperado. La pintura de la pared parece antigua, al armario le falta una puerta (al mismo tiempo una puerta corredera te hará perder tiempo para guardar tus enseres, después de todo estás de vacaciones), la decoración es prácticamente inexistente, especialmente en el cuarto de baño y, para acabar, hay que quitar una barra de seguridad para abrir las puertas-ventanas. En el segundo piso, las 13 habitaciones abuhardilladas están reformadas.Aquí no hay televisión, prima el descanso, que se ve favorecido por la calma del lugar y la ubicación apacible del hotel, lejos del centro de la ciudad. Estas habitaciones también ofrecen una decoración especialmente colorida. Mención especial merece Daisy, la propietaria y gerente del lugar, que se encargó ella misma de pintar y decorar las habitaciones. Por lo que descubrirás un universo sencillo, sin florituras, pero resultón. Una decoración "zen", en tonos azules y anaranjados, acentuada por otros colores intensos como el rosa mexicano de las cortinas. En cuanto al material, la madera es el elemento estrella, excepto en el suelo que está embaldosado. En definitiva, colores llamativos, un conjunto sencillo y cálido, salas espaciosas y acogedoras definen el Sobrado.