Un hotel encantador compuesto de varios caserones. Por un lado, cuatro pabellones forman un cuadrado; por el otro, las actividades, restaurantes, bares y spa se reparten en un gran edificio con elegante decoración. El interior no decepciona con su gran salón donde restaurante, bar, salones y grandes chimeneas han encontrado su espacio en una decoración de principios de siglo. Cada objeto es una obra de arte elegida cuidadosamente por el propietario del lugar. Regularmente, trae objetos de sus viajes a los cuatro confines del mundo. Así, descubrimos espejos de un palacio francés, sillas con cuernos hechas por un diseñador, traídas directamente de la India, etc. ¡Un autentico museo!
El spa, muy amplio y distinguido se extiende en 400m² repartidos en diferentes niveles, y ofrece varias salas de masajes, de relajación y de cuidados con un tamaño a escala humana. Un verdadero remanso de paz donde refugiarse después de una jornada en el frío de Quebec. Una piscina de agua de mar abierta al jardín gracias a una gran cristalera está acompañada de un jacuzzi, una sauna y un hamman. Durante el verano, la piscina exterior es una forma muy agradable de refrescarse.