Jaipur, la rosa, seduce siempre a pesar de su intensa circulación, su incesante alboroto y su contaminación. Callejea a lo largo de sus avenidas rectilíneas casi todas tapizadas de puestos, bazares agrupados por oficios y terrazas, lugares entrañables llenos de vida. En el sur, el Jauhari Bazar, el mercado de los joyeros y de las telas, es uno de los centros más activos de la ciudad. Entra en el City Palace, un amplio complejo de palacios. En él se concentran las principales curiosidades turísticas de la ciudad: la impresionante fachada del Palacio de los Vientos, antes reservada a las mujeres del harem real, el Observatorio astronómico con impresionantes instrumentos como por ejemplo el reloj solar de 27 m de alto y el Palacio de la Ciudad, una mezcla de estilos mogol y rajastaní.
No olvides llevarte dinero para las ciudades grandes y tener siempre suelto a mano ya que muchas veces no tienen para darte la vuelta.
Todos los platos indios valen la pena, y la ventaja de Rajastán es que los platos son menos especiados que en el sur. Prueba las espinacas con queso, arroz con pollo y cebollas y otros platos de carne, muy sabrosos. Evita comer verduras crudas y beber agua no embotellada.