La Navidad (Jól) en Islandia es un acontecimiento singular que les encanta a los islandeses. Si bien encontramos las mismas decoraciones o la corona de adviento tan conocida en España, las diferencias en las tradiciones son enormes, empezando por ejemplo por el personaje principal de este período festivo: aquí no encontraremos a Papá Noel, sino a los 13 traviesos de Navidad. Durante los trece días antes de Navidad (del 12 al 24 de diciembre) cada uno de ellos desciende de la montaña azul Bláfjöll, situada en los alrededores de Reikiavik y hacen de las suyas. Cada uno tiene un nombre muy particular que corresponde a su travesura: Pottasleikir (el lamedor de cacerolas), Hur?askellir (el que da portazos) o Ketkrókur (el ladrón de carne) y Kertasníkir (el ladrón de velas). Aunque también traen regalos que ponen en los zapatos de los niños: regalitos o caramelos para los niños buenos y patatas pochas para los malos. Según la tradición de Islandia, los traviesos de Navidad vienen de una familia muy particular: su madre es una ogresa llamada Grýla y su padre un vago que se llama Leppalú?i; el gato de la familia, Jólaköttur, es un auténtico terror; la noche de Navidad secuestra a los niños que no llevan ropa nueva. Así que la costumbre es que los niños reciban como regalo ropa nueva para Navidad. Las comidas tradicionales en esta época del año son muy importantes y formales. El 23 de diciembre, el plato destacado es el pescado fermentado, tipo raya, plato típico de los fiordos del oeste. El 24 de diciembre se come la espalda del cerdo (Hamborgahryggur), la del cordero asado, perdiz de las nieves o pavo, plato típico americano. Al final de la comida se intercambian los regalos. El 25 de diciembre, se sirve el Hangikjöt, un jamón de cordero ligeramente ahumado o tibio, acompañado de patatas, guisantes, col roja y una crepe de pan, original del norte del país (Laufabrauð) con salsa blanca. Al día siguiente se comen los restos.