Al igual que las Maldivas o Fiyi, la República de las Islas Marshall está formada por islas volcánicas y atolones coralinos. Tristemente, el archipiélago fue conocido en el mundo entero entre las décadas de 1950 y 1960 por haber sido el escenario de diferentes bombardeos, explosiones nucleares y otros experimentos militares realizados por el ejército de los Estados Unidos de América que, sin embargo, no han podido terminar del todo con su sorprendente riqueza natural. Sin duda, el atolón más célebre de todo el estado insular es el de Bikini, de quien tomaría su nombre el famoso traje de baño femenino.
Si habéis pensado visitar el lugar, podéis estar más que tranquilos, ya que las bombas hace mucho tiempo que desaparecieron, y muchas de las islas que componen su territorio se han mantenido totalmente vírgenes de cualquier siluro radiactivo . Los barcos se han convertido en prisioneros de las aguas color esmeralda del Pacífico. Los numerosos arrecifes e islotes coralinos y las playas de blanca arena han terminado por hacer de las Islas Marshall un popular destino turístico sin llegar a verse afectado por el turismo de masas, siendo gracias a la multitud de animales marinos que pueblan sus dominios, un excelente lugar para la práctica del submarinismo en todas sus modalidades y disciplinas.
Las historia de las Islas Marshall ha estado marcada por varios pueblos y civilizaciones. En un primer momento, el archipiélago fue colonizado por las poblaciones polinesias y del Sudeste asiático. Los primeros marshaleses son conocidos en el mundo de la navegación por la utilización de mapas elaborados con bastoncillos de madera y conchas de moluscos. Estos mapas, creados siglos antes de la llegada de los colonos europeos, y su precisión alcanzaba tales cotas que al ser superpuestos a los mapas actuales, la ubicación y distribución de los territorios se corresponde perfectamente.
El archipiélago de las Islas Marshall fue descubierto por los marinos españoles en 1526, concretamente por el explorador español Alonso de Salazar durante la expedición de García Jofre de Loaísa. No osbtante, este territorio de ultramar no pasaría a formar parte de la Corona Española hasta 1528, siendo conquistadas por Álvaro de Saavedra Cerón, primo del célebre conquistador Hernán Cortés. En 1788, el explorador británico John Marshall llegaría hasta el archipiélago que posteriormente pasaría a ser conocido con su apellido. Poco después, las islas pasaron estar sujetas a la dominación alemana y posteriormente, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, fueron parte de los dominios del Gran Imperio de Japón. Tras la derrota de los nipones, las Islas Marshall fueron un protectorado de los Estados Unidos de América hasta 1979, año en el que la constitución del país insular sería oficialmente reconocida por los americanos.
El país cuenta con una treintena de atolones y más de un millar de islas repartidas en dos grupos: las islas Ratak (las islas del Levante) y las islas Ralik (las islas del poniente). En la actualidad, la mayoría de la población está concentrada en el atolón de Majuro y sobre la isla de Ebeye. La capital del país insular se encuentra en Majuro y se llama Dalap-Uliga-Darrit (aunque también es conocida con el nombre de Majuro), y cuenta con el puerto más grande de todo el conjunto de las islas Marshall. A pesar de contar con unas espectaculares playas como las de Laura Beach Park, la mayoría de los visitantes que pasan por el atolón de Majuro lo hace principalmente como lugar de tránsito para llegar a las otras islas del archipiélago de las Marshall.
La economía local está principalmente sostenida por la ayuda gubernamental aportada por los Estados Unidos de América. La industria turística representa tan sólo el 10 % de los empleos locales. Las islas Marshall son un destino bastante menos frecuentado en comparación con otras islas situadas en las proximidades, muchas de las cuales se ven completamente cercadas por la fuerte afluencia turística, por lo que se trata de un destino altamente recomendable para quienes sienten agobio frente a las hordas de turistas.
Las aguas que rodean las islas Marshall atesoran una biodiversidad realmente extraordinaria. En ellas pueden apreciarse centenares de especies de corales y más de 800 especies de peces. Se trata de un auténtico paraíso para los amantes del submarinismo. La claridad de las aguas calientes permite descender hasta los cincuenta metros de profundidad. También, bajo la superficie podemos apreciar en las cercanías de Maloelap, Mili y Wotje numerosos vestigios de los enfrentamientos protagonizados por el ejército de Estados Unidos y las fuerzas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial. El atolón de Aur es muy apreciado por sus múltiples lugares para practicar la sumersión, siendo particularmente abundantes las especies de fauna subacuática. Por otro lado la isla de Mejit es conocida por los peces venenosos que pueblan sus aguas vírgenes, por lo que más vale andar con cuidado.
Entre los suvenires y recuerdos más recomendables que el viajero encontrará durante su estancia, los objetos artesanales confeccionados con kimej (una fina membrana extraída de la palma de cocotero), entre los que destacan los bolsos de mano denominados kilis, las flores, los pájaros, las decoraciones murales, los abanicos y los cestos, son sin duda una excelente elección. También es posible adquirir alfombras, collares de conchas o los tradicionales mapas marítimos elaborados con palitos de madera y conchas de moluscos. Uno de los mejores lugares para regalarse alguno de estos objetos es la Marshall Handicraft Shop, situada al lado del museo Atele de Majuro.
Los comercios abren de lunes a viernes, de 08:00 a 17:00.
El pescado, especialmente el atún, y los mariscos son, como no podría ser de otro modo, son los ingredientes protagonistas de la gastronomía de las Islas Marshall. En particular, os recomendamos probar los cangrejos del Pacífico, cuya carne goza de gran fama entre los amantes de la buena cocida. Los platos se acompañan a menudo con coco, frutos del árbol del pan, ñame o calabaza.
Existen varios restaurantes en los lugares más turísticos del archipiélago, aunque cabe destacar que generalmente, la cocina loca es bastante simple y de corte tradicional, lo que por otro lado hará las delicias de los amantes de los sabores auténticos dispuestos a saborear las diferentes especialidades autóctonas. Entre los platos más populares del país insular destacan la tarta de nueces de macadamia, las batatas o patatas dulces gratinadas, los buñuelos elaborados con harina de ñame y los medallones de lenguado o de lote cocinado en la leche de coco.
Además de ser expertos navegantes, los primeros marshaleses también se especializaron en el arte del tatuaje. Los primeros españoles que entraron en contacto con los habitantes autóctonos del país quedaron talmente impresionados por sus cuerpos recubiertos con tatuajes, que llevaron hasta España a algunos de estos indígenas para mostrárselos a la corte real.
Durante la época pre colonial, las mujeres de las Islas Marshall vestían la tradicional Ta'ovala (una falda larga típica), mientras que los hombres portaban taparrabos con franjas hechos con hojas y otros materiales vegetales.
El roro es el canto tradicional local. La temática de las canciones de este género trata sobre las leyendas de los primeros habitantes de las islas Marshall, siendo también utilizado para aprender el antiguo arte de la navegación. Este estilo musical ha sido mantenido hasta nuestros días, existiendo nuevas canciones de temática contemporánea compuestas por las bandas de músicos locales. El tambor, al igual que en muchos otros lugares de micronesia, es uno de los instrumentos más utilizados por los marshaleses. Las danzas tradicionales del archipiélago están inspiradas en el folclore español. Debido a su marcada complejidad, las coreografías son bastante complicadas de aprender.
La religión cristiana, traída por los primeros colonos europeos, está muy extendida a lo largo de todo el territorio marshalés. Así pues, esta es de lejos la religión más practicada de todas las Islas Marshall, ya que además, sus habitantes son fervientes creyentes de la palabra de Dios. Desde el año 2008, el país participa en los Juegos Olímpicos, habiendo debutado ese mismo año en los JJOO organizados en Pekín. A pesar de su escasa superficie, el archipiélago cuenta con su propio campeonato nacional de fútbol. No obstante, el baloncesto y el vóleibol también son muy apreciados por los marshaleses.
Majuro, Arno (Longar), Mili, Bikini y Kwajalein son los mejores lugares para practicar submarinismo. La opción más recomendable es dirigirse a una agencia especializada para informarse mejor sobre las distintas posibilidades (Marshalls Dive Adventures, por ejemplo, es una de las agencias mejor valoradas).
No te pierdas el popularísimo torneo de pesca que tiene lugar una vez al mes en Majuro. Es una excelente ocasión para admirar la diversidad de la fauna marina.
Los domingos, merece la pena hacer un picnic con las familias locales en la isla de Anemanet, en Majuro (los barcos salen al mediodía).
Aunque las temperaturas se presten a ello, no vistas exclusivamente con traje de baño fuera de las playas. No fotografíes el palacio presidencial ni sus alrededores.
El clima de las islas Marshall es de tipo tropical, pues es caliente y húmedo al mismo tiempo. La temporada "seca" va de diciembre a marzo, y durante este período las lluvias son de una intensidad bastante débil. Las precipitaciones son más fuertes durante el otro periodo del año, concretamente de abril a noviembre. Octubre y noviembre son los meses más lluviosos y al mismo tiempo en los que la temperatura alcanza sus mayores cotas. Afortunadamente, los ciclones son raros en la región. La diferencia de temperatura lo largo del año es mínima, ya que ésta apenas varía entre 27 °C y 29 °C. La época más favorable para el turismo se desarrolla entre los meses de febrero y junio, que es el periodo en el que existen más horas de plena luz solar.
Antes de viajar a las Islas Marshall, se recomienda vacunarse contra la poliomielitis, el tétano, la fiebre tifoidea y las hepatitis A y B.
La diferencia horaria entre el país insular y España es de +10 horas en verano y de +11 en invierno.