El origen de Catanzaro parece estar, según la leyenda, vinculado a las vivencias míticas cantadas por Ulises, que la definen parte del Reino de los Feacios, el pueblo en el que se detuvo Ulises para contar su historia. Probablemente fundada por los griegos, la ciudad pasó por diversas manos antes de estar dominada por los Normandos, que favorecieron el desarrollo del arte de la seda. Ya introducido en el siglo XI por los Orientales que vivían aquí, nunca ha dejado de ser una de las principales actividades del territorio y todavía hoy se pueden encontrar en Catanzaro y provincia centros de producción de seda. La ciudad, de un aspecto más bien moderno, conserva todavía algunos monumentos históricos, como la Iglesia de San Juan Bautista. Dentro del palacio municipal se encuentra el Museo Provincial, que exhibe una colección de restos arqueológicos y una interesante pinacoteca.