A diferencia de las demás localidades costeras de Gargano, todas encaramadas sobre espolones rocosos en un laberinto de escaleras y callejuelas, Manfredonia se abre al golfo homónimo, y su litoral anuncia unas vastas playas arenosas típicas de la costa de la provincia de Bari.
Manfredonia se reconstruyó en el siglo XIII, a unos kilómetros de la antigua Siponto (en la actualidad destruida), por orden de Manfredo de Hohenstaufen (quien le dio su nombre), rey de Sicilia e hijo de Federico II. Hoy en día es una ciudad moderna.
Muy lejos del encanto decadente de los centros históricos de Peschici o Vieste, esta conserva, alrededor del puerto, varios monumentos con un cierto interés histórico y religioso, testigos de la antigua Siponto y de las dominaciones que le sucedieron a su fundación.
En verano, Manfredonia es, por supuesto, un destino vacacional a todos los efectos: basta con elegir una de las numerosas playas del golfo o del litoral en dirección a Mattinata. Y en el puerto podrás hacer una excursión en un barco para visitar las grutas marinas y las islas Tremiti.
A unos kilómetros de Manfredonia, en las colinas, te aconsejamos que te detengas en Monte Sant'Angelo, un lugar fascinante impregnado de una atmósfera religiosa y legendaria. Monte Sant'Angelo, dominado por el perfil solemne de su castillo, es, desde la Edad Media, un lugar de peregrinación. Los peregrinos de toda Europa recorrían la Via Francigena y se recogían en este lugar en el que, según la tradición hagiográfica, se había aparecido el arcángel San Miguel.
Aunque el centro de Manfredonia sea moderno y esté prácticamente desprovisto de encanto, al menos hay un monumento que demuestra su larga historia: el castillo de la ciudad, con unas torres imponentes que dominan el puerto. Lo construyó Manfredo y pasó a estar bajo el dominio de las casas de Anjou y Aragón, que modelaron la estructura. En la actualidad alberga el museo arqueológico en el que se conservan tres antiguas estelas de Daunia que datan del período entre el siglo VIII y el siglo VI a. C.
Si te alejas del centro, descubrirás la basílica de Siponto, que era la catedral de la ciudad antigua. Desde la carretera que lleva a Manfredonia, actualmente se ve la fachada de la basílica, que se remonta a 1117 según los documentos más antiguos, año de su consagración y del depósito de las reliquias de San Lorenzo bajo el altar mayor. En el sótano, descubrimos otra iglesia, prácticamente independiente y estructurada como una cripta. Al lado del edificio, se ven los vestigios de la antigua basílica paleocristiana.
Ha quedado claro que Manfredonia es el destino turístico menos característico de Gargano, pero la configuración de la costa, larga y arenosa, es perfecta para las estancias en familia. Además, permite practicar turismo religioso por la cercanía del Monte Sant'Angelo y San Giovanni Rotondo.
Es muy difícil aparcar en el centro, sobre todo en temporada alta.
La cocina de Gargano tiene claras preferencias por el pescado y las verduras, pero también por la pasta casera. Déjate tentar por los troccoli con sepia, las orecchiette con tomate y cacioricotta, así como por las berenjenas rellenas, todo aderezado con un aceite de oliva local.
Una cesta de totora, utilizada, como manda la tradición, para conservar los quesos frescos o los moluscos.