Pequeña, amable y graciosa, Udine se desarrolla en torno a la colina del Castillo, el edificio más antiguo de la ciudad. Con un poco de aliento y de buena voluntad, puedes acceder a pie, por las escaleras o la empinada subida. Te encontrarás en un gran prado, que se parece a un altiplano desde el que se domina la llanura friulana, una multitud de casas y de verde, coronada al norte por las montañas. El palazo del Castillo acoge desde 1906 el Museo Cívico y las Galerías de Historia y Arte. Se exponen obras de Carpaccio, Pordenone y Tiepolo, a cuyos apasionados se aconseja también visitar el Duomo y el Palacio Episcopal. Al pie del castillo, unas decenas de metros más abajo, se abre la Piazza della Libertà, con la Loggia del Lionello, en perfecto estilo veneciano y, en la parte opuesta, el campanario realizado por Giovanni da Udine. Entre Piazza Primo Maggio, via Mercatovecchio y Piazza Metteotti, el centro histórico se recorre en poco tiempo y es bonito descubrir los rincones característicos y tal vez detenerse a beber un buen vaso en una de las típicas tascas.