El ideal artístico del Renacimiento parece haber alcanzado su auténtica plasmación en el clasicismo armonioso y limpio de la arquitectura de Urbino. El artífice de la transformación de Urbino fue Federico da Montefeltro, duque de la ciudad entre 1442 y 1482. Fue un hombre de cultura refinada, gran aficionado a las matemáticas y a los clásicos e hizo de su corte un punto de encuentro de las principales personalidades de la época. Artistas como Francesco Laurana, creador del Palacio Ducal, principal edificio y símbolo de la ciudad, Paolo Uccello y Piero della Francesca, que llenaron sus habitaciones de magníficas obras de arte, vincularon indisolublemente su fama a la de la capital marquesana. El hijo de Federico, Guidobaldo, quiso retomar el camino emprendido por su padre y fundó a principios del siglo XVI la universidad libre, que todavía hoy hace de Urbino un importante centro cultural. La ciudad, que ha permanecido inalterada durante siglos, devuelve así al turista su imagen típicamente renacentista.