Está desaconsejado viajar a Liberia salvo una necesidad imperativa, según el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, ¡y es una pena! Su apertura hacia el Océano Atlántico asegura paisajes asombrosos, además de los de la sabana y las impresionantes montañas.
Entre Sierra Leona, Guinea y Costa de Marfil, se encuentra un país que se extiende en las tierras del oeste de África. Liberia ofrece muchos tesoros naturales, como el manglar o los bosques densos ricos en esencias raras tales como la caoba o el palisandro. La cima más alta del país es el monte Wuteve, en el norte. La reserva natural del monte Nimba, en donde encontramos chimpancés (entre otros), está protegida por la Unesco desde 1981 y se sitúa entre Guinea, Costa de Marfil y Liberia. El parque nacional de Sapo, más al sur, es un magnífico espacio rico en fauna y flora excepcionales. El bosque salvaje se mantiene conservado y alberga espléndidas cascadas y muchas especies de animales que están en peligro de extinción, como el gato dorado africano o la mangosta liberiana.
Rodeado del Océano Atlántico, el país posee muchas playas de arena desiertas con una vegetación generosa. La pequeña Isla de Providencia en las aguas de la capital, Monrovia, recuerda la Historia del país y de los primeros esclavos libertados en el siglo XIX. El estado también es un paraíso fiscal, además de tener una de las plantaciones de caucho plantaciones de caucho más grandes del mundo (planta que sirve para la fabricación de goma). También tiene fuentes minerales de hierro.
Al sur del todo país se encuentra Harper (Cabo Palmas), nombrado así en referencia a Robert Goodloe Harper, un político estadounidense en el momento en el que se originó «Liberia». Y es por el presidente James Monroe por lo que la capital del país se bautizó como Monrovia. Las playas cerca de la ciudad son preciosas y el mar está lleno de peces, ballenas y delfines. Monrovia está situada en la costa de la desembocadura del río Saint Paul. El mercado de Waterside es uno de los más grandes de la ciudad y uno de los más impresionantes: los comercios de colores son famosos por sus textiles. Los otros lugares a visitar de la ciudad son las ruinas del templo masónico y el museo nacional. La colección presentada explica la difícil historia del país.
Los exploradores portugueses, seguidos de los neerlandeses e ingleses, se encontraron al principio con los autóctonos. Liberia se convirtió en la primera república independiente de la África negra en 1847, que los estadounidenses marcaron como lugar donde enviar a esclavos afroestadounidenses libertados. Pero creció un fuerte antagonismo entre estos últimos y los nativos de las tierras.
Un golpe de estado derrocó a las familias gobernantes en 1980, y la guerra civil se desencadenó en 1990 por varios grupos de rebeldes, lo que provocará decenas de miles de muertos. La historia sangrienta del país hace que los turistas potenciales olviden la belleza de un estado que trabaja por encontrar la paz. Actualmente, los conflictos han cesado, y la población acoge con generosidad a los extranjeros que se aventuran a su país.
Las calles de Monrovia rebosan de sastres que venden tejidos de mil colores y ropa bordada. La artesanía liberiana incluye esculturas de madera de ébano o de caoba y objetos de piedra. También se pueden encontrar esculturas de estaetita, símbolo de fertilidad en la cultura de los Kissis, máscaras de rituales, joyas y estatuillas de metal o muñecas de carrizo. Los comercios abren normalmente de 08:00 a 13:00 y de 15:00 a 18:00, de lunes a sábado.
El alimento básico es el arroz, que se cocina con otros alimentos, como el pescado seco. El pescado también se sirve con batatas hervidas en crema de coco o acompañadas de gambas con nueces de palma. También se puede tomar consomé de pollo, col cocinada con bacón o con pezuñas de cerdo, así como plátanos macho fritos.
La sopa de cabra es el plato nacional. El Fu-fu es un plato popular que se sirve con salsa palava. Es un guiso de carne con espinacas.
A los liberianos les encantan los postres dulces, como los pasteles hechos a base de batatas, coco o calabaza. El cacahuete se utiliza en todo tipo de galletas y postres. El pan de arroz liberiano, fabricado con puré de plátano, es una verdadera delicia. Las bebidas son el vino de palma y la cerveza de jengibre. El café es de excelente calidad.
En Liberia hay tres religiones representadas: el animismo, el cristianismo y el islam. Las dos últimas están más expandidas que la primera. Según los practicantes del animismo, tanto objetos como cualquier elemento del mundo natural están dotados de alma o consciencia propia.
La poligamia se practica, y la ley autoriza a los hombres a tener cuatro mujeres.
El idioma oficial es el inglés, el país está fuertemente marcado por la influencia de Estados Unidos, pero aún se mantienen bastantes lenguas indígenas. El Kpelle y el Bassa se estudian en los colegios y universidades.
Si te atreves a visitar Liberia, la temporada más agradable es la estación seca, de diciembre a marzo. El viento Harmattan (frío, seco y polvoriento) invade el país con su aire caliente y sus nubes de polvo, y puede representar un peligro en las carreteras, limitando la visibilidad. La estación de las lluvias de mayo a octubre está desaconsejada porque las inundaciones bloquean frecuentemente las vías de transporte por tierra.
Pídeles permiso a los habitantes antes de hacer fotos, y abstente de fotografiar los edificios oficiales y militares.
Al igual que en los países vecinos, la homosexualidad es ilegal en Liberia, por lo que se les puede negar la entrada al país a algunas parejas.
Las condiciones de vida, una vez en el lugar, pueden ser precarias, porque no todo el país está equipado con electricidad. Ten cuidado con la comida y el agua (no bebas del grifo), ya que se pueden contagiar un gran número de enfermedades por este medio. También hay que tener cuidado con las enfermedades de transmisión sexual; la tasa de SIDA sigue siendo elevada. Y, aunque Liberia ya no conozca casos de Ébola, es mejor ser precavido.
Texto por Rocío Arsuaga