El baobab, que se ha salvado de la deforestación gracias a que resulta poco adecuado para la construcción, es uno de los símbolos de Madagascar. Desde entonces, es imposible visitar la isla Roja sin pasear por la avenida de los baobabs, 20 kilómetros al norte de Morondava. Declara zona protegida y "monumento natural", esta zona de la isla ofrece un paisaje exuberante que cobra su máximo esplendor cuando el sol lo acaricia, tanto en el alba como el crepúsculo.

Una docena de especímenes, de más de 800 años, bordean la carretera de tierra. Existe un auténtico culto alrededor de estos árboles centenarios, como lo demuestra el "baobab sagrado", en la zona inferior de la RN35. Los malgaches acuden a depositar botellas, caracolas y telas en honor a sus antepasados.

Madagascar cuenta con seis de las ocho especies presentes en el mundo, frente a la única que puede encontrarse en África. Son muchos los mitos que circulan sobre estos árboles. Uno de ellos cuenta que los dioses, sintiéndose afrentados por este árbol tan orgulloso, decidieron plantarlo al revés. Según otro más romántico, los tiernos baobabs se cree que traen suerte a las parejas que acuden a contemplarlos?