Varias ciudades, un patrimonio. Imposible de olvidar en tu viaje, estas forman parte de la riqueza cultural e histórica de una isla. Preciosa es la imagen de la zona urbana en la costa este, con todas estas ciudades cercanas formando un particular mosaico. A la cabeza, La Valeta; una sucesión de construcciones barrocas en piedra típica de la isla. Es una pena que por la noche los malteses tiendan a dejar vacías las calles y, en general, la capital. Generalmente se marchan a la ciudad de San Julián, una ciudad a 10 kilómetros en coche, o se quedan en los restaurantes que hay en los pintorescos puertos de Malta. Los que quieran marcharse de fiesta pueden se juntan entre las estrechas callejuelas de Paceville. Allí los bares se suceden uno tras otro en pequeños espacios por los que se pelean los hosteleros, y en los que la noche dura hasta que amanece. Sin embargo, los que prefieran la calma, podrán encontrar unos kilómetros más al norte la localidad de Mellieha, o las históricas Rabat y Mdina en el centro de la isla. Todo esto antes de comenzar la ruta de los templos históricos de Hagar Qim y Mnajdra.
La costa también es espectacular. Si antiguamente esta tierra fue conocida como una oportunidad para las explotaciones, los amantes del turismo de sol y playa vienen atraídos por su fama como destino balneario. Estas playas son numerosas pero pequeñas, y suelen llenarse en verano. Malta no es Túnez, así que olvídate de grandes playas de arena blanca, de hecho es una costa rocosa. De hecho la más grande se encuentra en Mellieha, a 20 minutos de la capital. Las distancias son cortas y la red de transportes públicos es buena, lo cual permite desplazarse por toda la isla sin grandes complicaciones ni pagar grandes sumas de dinero.
En Malta también encontrarás planes de aventura y deporte. Un destino ideal para este tipo de actividades, especialmente para el submarinismo, que es muy popular entre los turistas que visitan la isla. Las aguas del Mediterráneo son extremadamente claras y hacen que haya gran visibilidad en los fondos marinos. También los amantes de la historia se ven atraídos por ello, ya que es probable encontrar restos procedentes de los combates que se dieron durante la segunda Guerra Mundial. El trekking, la escalada y los paseos en mountain bike también son muy habituales ya que, desde hace unos años, la isla está apostando fuerte por este tipo de turismo, construyendo caminos para descubrir paisajes salvajes que dan otra imagen del país.
Un destino para todo el año, a pesar que la temporada alta va de abril a octubre. Tanto ingleses como alemanes suelen ser los más numerosos en este destino abierto en cualquier época. Eso sí, para aprovechar al 100% tu estancia, lo mejor es visitar Malta en primavera u otoño. Las temperaturas no son excesivamente altas y llueve poco. En verano suelen rondar los 30ºC mientras que en invierno descienden hasta los 10ºC de media.
En cuanto al alojamiento hay que pensar que estamos ante un entorno de calidad. La hostelería es un sector muy dinámico y las prestaciones se adaptan a las exigencias de los clientes, tanto en diseños como en calidad y confort. La oferta es muy variada en las diferentes ciudades que componen el país, algo que satisfará todo tipo de expectativas y presupuestos. Al no haber muchos con acceso directo a la playa, los alojamientos suelen tener una piscina y zona de spa en el techo como norma general. Sin embargo será difícil encontrar algún hotel que ofrezca la famosa fórmula del "todo incluido".
En Malta, puedes comprar encaje, de bolillo o ganchillo. Es una tradición que data del siglo XVII. El motivo más utilizado es, claro está, la cruz de Malta de ocho puntas. Puedes visitar las dos manufacturas textiles donde la gama de motivos es amplia. Las prendas de lana, bufandas o jerséis en general de color blanco, son también un recuerdo fácil de transportar. El vidrio soplado es otra especialidad. Los talleres más célebres están situados en la ciudad de Ta'Qali al norte de Rabat. La artesanía del oro o la plata en filigrana (9, 15 o 18 quilates) consiste en bellas joyas con precios muy atractivos. Las tiendas abren de 09:00 a 12:00 y de 14:00 a 19:00, de lunes a sábado.
La cocina maltesa, bastante rústica, es una mezcla de influencias europeas. La sopa de la viuda es un plato de verduras cortadas en dados, cocinadas con lonchas de tocino y huevos. Los malteses preparan el pescado frito, en pasteles salados o a la parrilla. Los más habituales son el lampuki (dorada), el dotte (rescaza) o el cerna (mero). El kinnie es una especie de zumo de naranja mezclado con plantas de gusto amargo. La cerveza local, entre ellas la Cisk Lager, es excelente y barata. El expresso maltés no tiene nada que envidiar a su vecino italiano. No te pierdas los mercados, en las ciudades o los pueblecitos. Sucumbirás ante las galletas qaghaq tal-ghasel con anís, los quesos de cabra y el vino maltés.
Atención, la legislación maltesa prohíbe fumar en todos los lugares públicos. En los hoteles, los salones y restaurantes son espacios sin humo y, cada vez con mayor frecuencia, se pide a los clientes que no fumen en las habitaciones. En cambio, puede fumarse en los bares así como en las mesas instaladas en terrazas.
En Malta, es habitual vestirse con elegancia para cenar. Por ello, evita los pantalones cortos y la ropa playera cuando te sientes a la mesa. En las iglesias, debes cubrirte los hombros y los hombres no pueden entrar en pantalones cortos. En las playas, están prohibidos tanto el nudismo como el topless. Ten cuidado porque te expones a una multa.
Para descubrir el archipiélago de Malta, sobre todo en primavera, es mucho más práctico circular en scooter y, los más deportistas, en bicicleta. Las distancias son mínimas.
Si quieres sentirte solo en el mundo, coge un barco desde Gozo por la mañana temprano para llegar a la Laguna Azul a la hora en que todo despierta. Si el paraíso existe, seguro que no está lejos... Disfrutar de una estancia en Victoria en Gozo para deambular durante horas por las callejuelas, entrar en las pequeñas iglesias de color ocre y charlar con las encajeras delante de sus puertas. Malta es sobre todo eso: tomarte todo el tiempo del mundo.