Ubicada entre las tierras fértiles del Saïs y los bosques del Mediano Atlas, Fez es la más antigua de las ciudades imperiales y la capital cultural de Marruecos. Con dos días podrás descubrirla a fondo. Pero conviene ser organizado y pasear con mapa ya que la medina, una de las más grandes del mundo árabe, se convierte en un laberinto cuando te alejas de las arterias principales.
Durante tu viaje a Fez te recomendamos que empieces recorriendo en coche sus murallas de piedra ocre y luego visita las tumbas merinidas. Desde la necrópolis en ruinas, la vista se extiende sobre "la más imperial de las ciudades imperiales". Te recomendamos ir al final de la tarde para admirar la puesta de sol sobre la magnífica medina. Dentro del recinto, la gente está atareada en Fez el Bali, donde callejuelas y pasajes conducen al barrio de la Qaraouiyyîn. En el corazón de la medina, deambularás por el zoco de los tintoreros antes de ir a parar a la plaza Seffarine, territorio de los artesanos caldereros. Luego viene el sector de los curtidores, el zoco de los carpinteros y de la henna, hasta llegar a la medersa el Attarin, Escuela coránica, obra maestra del arte merinida construida en el siglo XIV.
Fez, más que nada, es una ciudad que se define por su ambiente. Sin embargo, no debes perderte algunos sitios.
Por empezar, te aconsejamos descubrir la Medersa el Attarine, una antigua escuela coránica del siglo XIV. Aquí podrás admirar la diversidad de materiales (zeliges, estucos y maderas) y el trabajo de los artesanos locales.
Otro sitio interesante es el fondouk El-Nejjarine. Además de ofrecer un testimonio de la época de los caravaneros (se alojaban en el fondouk durante el siglo 18), alberga el museo de la madera que presenta varios objetos muy interesantes como las puertas de Bou Inania.
También vale la pena pasar delante del palacio real rumbo a la ciudad moderna. Aunque no se pueda visitar, luce unas puertas preciosas.
La medina de Fez es inmensa. Pasea sin rumbo por las numerosas callejuelas y descubre sus joyas arquitectónicas: palacios, mezquitas y medersas.
Los zocos se dividen por especialidades: babuchas, especias, hené. Sin olvidar el de los curtidores. Puedes bajar a ver los estanques para hacer un par de fotos pero ojo, el olor de las pieles puede ser bastante fuerte y agresivo.
Las tumbas merinidas ubicadas en una colina entre olivos y cactus son en realidad ruinas de un antiguo palacio y de una necrópolis del siglo 16. Lo mejor aquí es la vista que domina toda la medina.
Acuérdate de coger un mapa de la medina...
Puedes considerar planear una excursión a la bella ciudad de Meknès a unos pocos kilómetros. Incluso puedes ir en tren si te fastidia coger un coche.
En Marruecos es importante evitar pasear por la medina en camiseta sin mangas o falda corta para respetar los hábitos locales y también para sentirse más cómodo.
Antes de coger un taxi, tienes que verificar si posee un taxímetro. Si no, mejor negociar el precio antes de subir para no llevarte malas sorpresas.
La cocina marroquí se destaca por sus sabores. Aquí se suelen empezar las comidas con platillos de ensaladas variadas. Luego escogerás entre tajines y cuscús de pollo, cordero o verduras. Además merece la pena probar la sopa harira, un poco picante. Para terminar la comida se suele proponer té a la menta con pasteles variados y sobre todo bien dulces que contienen almendras y miel.
En los zocos podrás comprar numerosos souvenirs, bolsos de piel, puf, babuchas, chilaba, chicha (narguilé), muebles de hierro forjado, lámparas, especias...En Marruecos la artesanía es de buena calidad y relativamente variada.
Y si te gustan las especies, no dejarás de traer en tu maleta un poco del sabroso comino marroquí.
Otros productos típicos son el jabón negro para el cuerpo y el aceite de erguén en sus dos variedades (producto de belleza y para la alimentación) que se encuentra solo en este país.