El centro de Marruecos, herencia de distintas dinastías, árabes o bereberes, alberga capitales imperiales como Marrakech o Mequinez donde se mezclan la tradición y la modernidad. Estas ciudades, en un paisaje que no deja de renovarse, están rodeadas de murallas que albergan un patrimonio arquitectónico, cultural y artístico propio. En la costa atlántica o en las montañas del Atlas, kasba o medina, estas ciudades llenas de palacios, mezquitas y mausoleos desvelan sus secretos a medida que el visitante pasea por sus zocos, fuentes y callejuelas sinuosas. Una escapada que maravillará a los buscadores de tesoros, a los amantes del arte y a los curiosos.
Deambular de puesto en puesto, por tiendas o talleres de un laberinto de callejuelas en medio de un ambiente muy ruidoso, así se puede describir la experiencia del zoco. Cada ciudad tiene sus especialidades. El zoco de Marrakech es famoso por su cuero trabajado y los zapateros siguen cosiendo las babuchas siguiendo los métodos tradicionales. Hay multitud de alfombras, trabajos bereberes, tejidos de Marrakech, más conocidas como Chichaoua, con dibujos de animales y motivos geométricos sobre un fondo rojo. Mequinez se distingue por la madera y Rabat, por los bordados y las alfombras fabricadas desde el siglo XVIII. El regateo es todo un arte que puede comenzar como una conversación amigable mientras se bebe un té. Antes de ponerse a ello, es mejor darse una vuelta para familiarizarse con los precios. También se puede comprar en las cooperativas artesanales, más caras pero con garantía de calidad en los productos. Las tiendas no tienen horarios fijos, suelen abrir de 9:00 a 12:00 h y de 14:30 a 18:00 h y cierran el viernes o el sábado y casi siempre los domingos.
Tanto el almuerzo como la cena suelen empezar con una ensalada. La mechouia es la más frecuente, una mezcla de tomates y pimientos cocidos. Luego llegan los platos: el tajín, un guiso de carne, aves de corral o pescado con verduras cocidas al vapor, es el más popular, así como el cuscús, cuya preparación varía según las regiones. Los marroquíes lo suelen preparar para la tradicional comida familiar de los viernes. La pastilla de Fez es una pasta de hojaldre rellena de pichón y almendras. Durante las celebraciones, el cordero tierno se asa en un espetón o al horno para hacer el mechoui. Cuernos de gacela, feqqas de almendras, ghoriba de sésamo y galletas de miel son algunos de los dulces típicos. Al final de la comida se suele tomar un té a la menta, aunque es una bebida que se puede tomar a cualquier hora del día.
El acceso a las mezquitas y a los lugares sagrados está prohibido a las personas que no profesen la religión musulmana, a excepción del mausoleo de Mohamed V de Rabat y el de Moulay Ismail en Mequinez. Si se come en familia, hay que lavarse las manos simbólicamente. Se puede comer con tenedor o con la mano y en ese caso, siempre con la mano derecha. Durante el ramadán hay que evitar comer, beber o fumar en público. Las administraciones, los servicios públicos, los monumentos y las tiendas acondicionan sus horarios a este período. Algunos restaurantes y los hoteles preparan comidas para las personas no musulmanas. Es mejor vestirse con modelos que no sean provocativos, ya sea durante el ramadán o en cualquier otra época del año. Si fotografías a personas, hay que pedir permiso antes. En el interior de las ciudades y en las carreteras, guías verdaderos y falsos asaltan a los turistas aunque gracias a las medidas del gobierno, el fenómeno tiende a disminuir. Es mejor optar por los guías oficiales certificados por el Ministerio de Turismo marroquí, conocen la historia de su país y los monumentos. No dudes en pedir información a los profesionales del turismo y a las personas que trabajan en el establecimiento donde te alojes.