Separada de Rabat por un estuario, Salé conserva un monumento merinida que figura entre los más antiguos de Marruecos: la puerta Bab el Mrisa. Allí descubrirás igualmente la medina, cuyas estrechas callejuelas forman un auténtico laberinto, la madrasa el Hassan, una escuela coránica, y el Borj, un bastión del siglo XVII con bellas vistas del océano, el estuario y Rabat. Merecen igualmente una visita el zoco el Ghezel por la lana y el zoco el Merzouk por las joyas.