Fort-de-France está construida en las faldas de una colina. La capital de Martinica que cuenta con 100.00 habitantes (llamados "foyalais"), es una ciudad antillana en estado bruto, en la que circular y aparcar es toda una odisea. Una centena de enormes veleros y barcos de cruceros atracan permanentemente en su rada, lo que confiere a esta ciudad en continuo movimiento un pintoresco toque vacacional. En una mezcla heterogénea, las bonitas casitas de madera pintada y sus balcones tallados cohabitan con horribles edificios alicatados, que por lo general alojan oficinas administrativas.
A la sombra de las palmeras reales de la plaza de la Savane, reina la estatua de la emperatriz Josefina, símbolo de un periodo muy significativo en la historia de la isla.
La biblioteca Schoelcher es un imponente pabellón de arquitectura metálica dedicado al diputado del mismo nombre, acérrimo defensor de la libertad al que se debe la abolición definitiva de la esclavitud mediante el decreto del 22 de mayo de 1848.
El fuerte defensivo de Saint-Louis, levantado a finales del siglo XVII sobre un promontorio rocoso que domina la bahía de Fort-de-France, hoy en día se contenta con servir de sede al Estado Mayor de la Marina Francesa de las Antillas y Guayana.
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