Mandalay, la segunda ciudad más importante del país, se encuentra a 650 km al norte de Yangon. Es posible llegar a ella por vía fluvial. De hecho, desde hace algunos años, varios son los cruceros que suben por el río Irrawaddy. Mandalay, la última capital del reino independiente de Birmania, es el centro cultural y religioso del budismo, con sus numerosos monasterios y sus 700 pagodas. Entre los monumentos de visita obligada, se encuentra la pagoda Mahamuni, reconstruida a finales del s. XIX tras un incendio. Es la que concentra más fieles en la ciudad. El dorado y los vivos colores se entremezclan con las magníficas esculturas khmers de bronce. Tampoco debes perderte las pagodas vecinas de Kuthodaw y Kyauktawgyi. La primera destaca por su maravillosa puerta de acceso, mientras que la segunda posee un enorme Buda tallado en mármol. El monasterio de Shwemawdaw, habitado por los bonzos, presenta una admirable arquitectura, inspirada en los palacios reales. Sus bajorrelieves dorados representan las últimas diez vidas de Buda. Aprovecha tu estancia en Mandalay para visitar las antiguas capitales: Amarapura, la "ciudad inmortal", Sagaing, Mingun y Ava.
No hay gran cosa aparte de visitar las pagodas, templos y monasterios... No dudes en salir de la ciudad, el entorno está lleno de curiosidades, empezando por el puente de U Bein. Construido a partir de 1849 en el lago Taungthaman en Amarapura, en la región de Mandalay, es el puente de teca más largo del mundo. Desde Mandalay, también podrás subir a bordo de un barco por el río Irawadi hasta la ciudad de Mingún, famosa por su pagoda de ladrillo construida por el rey Bodawpaya a principios del siglo XIX, que alberga una de las campanas más grandes del mundo con sus 90 toneladas, 4 metros de alto y 5 metros de diámetro. La localidad de Sagaing también merece una visita con su colina panorámica sobre el río Irawadi.
A 3 km al sur de Mandalay se encuentra la pagoda Mahamuni, construida en el siglo XVIII: oros y colores vivos junto a admirables esculturas jemeres de bronce. Alberga un buda de 4 metros de altura traído del reino del Arakán. También merecen la visita las pagodas Kuthodaw y Kyauktawgyi, situadas una junto a otra. La primera tiene unas magníficas puertas de entrada, la segunda encierra un enorme buda tallado en mármol. El monasterio Shwemawdaw, habitado por bonzos, presenta una arquitectura admirable inspirada en los palacios reales. Encierra diez bajorrelieves esculpidos y dorados que representan las diez últimas vidas de Buda.
Te espera un viaje en el tiempo en esta comarca donde el carro de bueyes todavía es un medio de locomoción familiar y donde los desplazamientos se hacen en pequeños aviones para paliar la ausencia de carreteras practicables. Así, se llega a Mandalay en avión desde Yangon, aunque otro medio agradable para ir es subirse a bordo del famoso crucero por el Irawadi, la carretera a Mandalay, desde Pagán. Lleva chanclas, es lo más fácil para descalzarse en las numerosas pagodas de la ciudad. Si tienes tiempo, no dudes en visitar las antiguas capitales: Amarapura, la «ciudad inmortal», Sagaing, Mingún y Ava. Toma precauciones y avisa a tus seres queridos: la comunicación no es fácil. Internet es accesible de manera aleatoria y las redes de teléfono móvil son a menudo inexistentes.
No olvides llevar un repelente y una crema calmante para los mosquitos.
Durante el período monzónico, que se extiende desde mayo a finales de octubre (y más concretamente de mayo a julio), el calor es difícilmente soportable. La mejor temporada comprende desde noviembre a enero, y concretamente noviembre es un buen mes para hacer fotografías preciosas.
Hay platos a partir de 35 dólares. El pescado es la base de la alimentación, acompañado de arroz salteado a la birmana o verduras. El plato nacional, «mohinga», se compone de empanadillas de pescado, fideos, cilantro y cebollas. También se comen muchos platos de gambas y de marisco. Principales acompañamientos: curry, coco, ajo y pimiento. Las verduras componen la mayoría de las sopas. En cuanto a los postres, hay pasteles de sémola con aroma de coco o pasteles de plátano.
El subsuelo birmano es rico en yacimientos de rubíes, zafiros u ópalos. En las joyerías encontrarás piezas muy bonitas a precios asequibles. ¡Cuidado con las piedras falsas! La artesanía es bonita y variada: objetos de laca, marionetas más o menos antiguas, bronces de budas o de músicos y objetos de plata como cajas, vasijas o timbales. Está prohibido sacar del país antigüedades y objetos religiosos antiguos. No te vayas sin unos «cheerots», cigarros birmanos fabricados a mano.