Yangon, la capital de Myanmar, es una ciudad muy extensa. Actualmente, está siendo objeto de un boom inmobiliario que no siempre hace gala de buen gusto. Entre sus maravillas, se puede visitar la pagoda dorada de Shwedagon. Con sus 112 m de altura, está coronada por una bola de oro y decorada con incrustaciones realizadas con más de 2.500 piedras preciosas (los mejores momentos para admirarla son el amanecer y el atardecer). Tampoco dejes de ver la pagoda Kyauktawgyi, que encierra el Buda yacente más grande de Birmania (78 m de largo), venerado en todo el país.
Deambular por los mercados de Chinatown: Bogyoke Aung San (más conocido con el nombre de Scott Market), el mercado Nyaung Pin Lay Plaza, o el Mingalar market, darse un masaje birmano, posar delante de la casa de Aung San Suu Kyi donde fue obligado a vivir durante mcuhos años, un paseo por el jardín zoológico o junto al lago Kandawgyi (lago artificial donde se encuentra el Karaweik, enorme pontón real de hormigón con un restaurante). Al final del día puedes ir a admirar la puesta de sol en la pagoda de Shwedagon, auténtica ciudad dentro de la ciudad. Entre dos visitas haz una pausa para tomar el té en el mítico hotel Strand. Dispones de wifi gratuito en el vestíbulo.
La pagoda dorada de Shwedagon, famosa por su «stupa» cubierto de oro de casi 100 metros de altura que posee ocho cabellos de Buda, el National Museum, Sule Pagoda, la pagoda Chauk Htat Gyi que acoge el mayor Buda acostado de Birmania (78 m de largo), y la pagoda Botataung.
La infraestructura hotelera no está muy desarrollada, así que puedes esperar precios bastante elevados para un confort bastante modesto. Pero no es al Strand, el mítico hotel de la ciudad que necesita una renovación, al que hay que ir sino al Gouverneur, auténtica joya de la etiqueta de lujo Orient Express. Toma precauciones y avisa a tus seres queridos: la comunicación no es sencilla. Internet es accesible de manera aleatoria y las redes de teléfono móvil son a menudo inexistentes. No olvides llevar un repelente y una crema calmante para los mosquitos. Lleva chanclas, es lo más fácil para descalzarse en las numerosas pagodas de la ciudad. Por último, debes saber que no aceptan tarjetas de crédito y que no hay cajeros automáticos. En resumen, será mejor llevar dinero en efectivo... La mayoría de las tiendas y lugares de animación cierran a las 22 h: no hay vida nocturna. Aprovecha para acostarte temprano y disfrutar de la jornada desde las primeras horas del día.
En el período monzónico, que va de mayo a finales de octubre (y más concretamente de mayo a julio), el calor es difícilmente soportable. La mejor estación es de noviembre a enero, y especialmente en noviembre se pueden hacer fotografías preciosas.
El pescado es la base de la alimentación, acompañado de arroz o verduras. El plato nacional, «mohinga», se compone de empanadillas de pescado, fideos, cilantro y cebollas. También se comen muchos platos de gambas y de marisco. Principales acompañamientos: curry, coco, ajo y pimiento. Las verduras componen la mayoría de las sopas. En cuanto a los postres, hay pasteles de sémola con aroma de coco o pasteles de plátano.
En Bogyoke Aung San Market hay de todo: alimentación, tejidos, chanclas de tela y bambú, laca, piedras preciosas (sobre todo jade), antigüedades, pañuelos, «longyis»... El subsuelo birmano es rico en yacimientos de rubíes, zafiros u ópalos. En las joyerías encontrarás piezas muy bonitas a precios asequibles. ¡Cuidado con las piedras falsas! La artesanía es bonita y variada: objetos de laca, marionetas más o menos antiguas, bronces de budas o de músicos y objetos de plata como cajas, vasijas o timbales. Está prohibido sacar del país antigüedades y objetos religiosos antiguos. No te vayas sin unos «cheerots», cigarros birmanos fabricados a mano.