En el país de las dunas y del oryx, predomina la tierra roja y árida. Los amantes de las formaciones geológicas de todo tipo estarán en la gloria en Namibia. Aquí es donde se encuentra el segundo cañón más grande del mundo, el Fish River Canyon. Con 160 kilómetros de largo, cuenta con inmensos barrancos, el más largo de los cuales mide 27 kilómetros. Damaraland también es un lugar con relieves excepcionales, dado que allí se pueden contemplar más de 1000 maravillas, situadas entre cordilleras y picos. Kakaoland es el destino ideal para entrar en contacto con las etnias locales, y en especial con las célebres mujeres himbas, que exhiben con orgullo su pecho, el alma del país.
Sobre el océano Atlántico, Namibia posee 1250km de costa y las playas de arena más largas del mundo, y las más inhóspitas. Al sur, la zona diamantífera está prohibida.
En Namibia, sorprender a un león en mitad de la siesta o admirar la grácil carrera de un guepardo no tiene nada de extraordinario. Así que no es de extrañar que sea el paraíso del safari. Como sucede en Kenia y Tanzania, el país dispone de diversas reservas privadas, donde resulta más sencillo observar los «big five» sin ser interrumpido constantemente por el ruido de los motores. Sin embargo, las reservas públicas siguen ofreciendo un espectáculo fascinante y el número de habitantes es menor que en Kenia o Tanzania. El parque de Ethosa, en el norte del país, permite observar rinocerontes blancos, guepardos, leopardos, leones, jirafas y elefantes, entre otros señores de la sabana.
El patrimonio cultural de Namibia se debe principalmente a la historia de las distintas etnias que cohabitan en el territorio. Todavía difusa, la riqueza artística, visual y musical del país está muy presente. Los namibios han desarrollado un abanico de actividades artísticas a menudo vinculadas a sus creencias religiosas: danzas, cantos, pinturas y esculturas. Namibia, al estar sumamente inspirada en su pasado, es una auténtica cantera de artistas y de artesanos con talento en los ámbitos de la cestería, la escultura y la tapicería. La tradición oral es, sin duda, el elemento más conocido de la cultura namibia. Se declina en los cuentos, específicos de cada tribu del país.
En lo que se refiere a la arquitectura, la presencia alemana ha dejado sus huellas y una influencia considerable. En la costa oeste, las ciudades de Swakopmund y Walwis Bay recuerdan curiosamente a las ciudades alemanas del siglo XIX.
