Publicado el 24/09/2021

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Expedición por el Valle del Draa en Marruecos

En el corazón de los hostiles paisajes desérticos del sur de Marruecos, el río Draa ha dado forma a una franja verde de casi 200 km de longitud. El valle del Draa se distingue por sus frondosos palmerales salpicado de kasbahs y ksours, viviendas tradicionales construidas con tierra de color ocre. A las puertas del Sáhara, proponemos embarcarte en un viaje por el Marruecos más auténtico, lejos de los circuitos convencionales, para que disfrutes una auténtica aventura entre dunas y oasis.

La expedición comienza en el sur de Marruecos, concretamente en la cordillera del Atlas. De Agdz a M'Hamid, por la carretera nacional 9, seguimos el curso de los meandros del oued Draa, uno de los ríos más largos del país, que alimenta los magníficos palmerales antes de desaparecer en las arenas del Sahara. Acabamos de llegar al Valle del Draa.
En esta larga cinta de palmeras que se extiende a lo largo de 200 kilómetros, descubrirás paisajes sublimes entre cultivos (almendros, higos, dátiles...), palmerales y antiguas fortificaciones típicas del norte de África, los ksours. Un viaje de varios días por este fértil valle, del que hemos seleccionado las 5 etapas más bonitas, te permitirá descubrir una de las caras menos conocidas por los turistas en el Reino Alauí.
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1. Agdz

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A 70 kilómetros al sur de Ouarzazate, se encuentra el pueblo de Agdz, justo donde comienza el Valle del Draa. Su nombre significa "lugar de descanso", ya que este lugar está localizado en la ruta de las caravanas que unían Tombuctú (Malí) con Marruecos. Al pie de las montañas ocres del Djebel Kissane, Agdz promete una inmersión total en los paisajes del sur de Marruecos con sus jardines de palmeras y sus antiguas kasbahs de barro.


La kasbah de Caïd Ali, en el barrio de Aslim, ha sido parcialmente renovada y puede visitarse por unos pocos dirhams. Por su parte, la kasbah de Caïd Talb El Hassan (Casbah des Arts) se ha transformado en una casa de huéspedes. Desde lo alto de sus terrazas podrás disfrutar de una hermosa vista sobre todo el valle

2. Tamnougalt

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Tamnougalt es otro de esos lugares mágicos que atesora el Valle del Draa. Este antiguo pueblo fortificado de la tribu bereber de Mezguita cuenta con uno de los ksours más antiguos que se conservan. La posición estratégica de Tamnougalt protegía el valle de las invasiones de los saqueadores cuando los caravaneros viajaban entre Marrakech y Tombuctú.

El acceso al pueblo se realiza por una de las cuatro puertas del ksar, que conduce a una gran plaza. Tras un paseo por el laberinto de callejuelas, plazuelas y casas de pisé--material de construcción elaborado con una mezcla de tierra y paja--te sugerimos ponerle el broche de oro a tu visita con un fresco y merecido descanso a la sombra de las enormes palmeras.


3. Zagora

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Rodeada por las dunas y el macizo anaranjado del Djebel Zagora, Zagora es la ciudad más grande del Valle del Draa y también el oasis más bello del sur de Marruecos antes de llegar a las arenosas dunas del Sahara. Durante siglos, Zagora ha sido un importante centro comercial como demuestra la imponente fortaleza construida por los almorávides en el siglo XI para proteger la ciudad de los ataques.

Incluso hoy en día, la gente viene de todo el país para visitar su gran zoco, donde los agricultores y los nómadas se reúnen en torno a diversos puestos de colores en los que se comercia con trigo, ganado, dátiles y otros productos. 


4. Tamegrout

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A pocos kilómetros al sur de Zagora, la ciudad de Tamegrout alberga una antigua biblioteca coránica del siglo XVII y su colección de raros manuscritos religiosos, algunos de los cuales están incluso escritos en pieles de gacela.


Tamegrout también es conocida por sus productos de cerámica de color verde. Su método de fabricación data de tiempos ancestrales, ya que estas piezas se elaboran desde hace siglos con arcilla rica en sílice y óxido de cobre procedente del Valle del Draa. Puedes visitar fácilmente los talleres donde se fabrican y comprar algunos jarrones, platos de tajin o ensaladeras hechas a mano como recuerdo.


5. M'hamid El Ghizlane

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Última parada antes del desierto, M'hamid, antiguamente llamado Taragalte, es un antiguo pueblo fundado en el siglo XVI por una tribu nómada bajo la dinastía saadí. Aquí, al final del asfalto, el uadi del Draa desaparece, y con él, las últimas palmeras que echan raíces en las dunas de arena a las puertas del Sahara.


Aparte del ksar Ksebt el Alliu, no hay grandes lugares de interés en M'hamid. Es más bien un punto de partida para excursiones y noches de campamento en el desierto cerca de las dunas del erg Chegaga, el mayor conjunto de dunas de Marruecos.


Conforme vayas avanzando desde aquí, el cambio de escenario está garantizado, siendo un buen ejemplo el lago seco de Iriki, donde se pueden observar gacelas y nómadas en camello.